Suspira el querubín y se deja querer por el primer plano de las nubes como algún hermano mayor que, aunque la cámara no lo trate con cariño y le saque los kilos, la quiere más que a su hermandad y eso que nunca iba a conceder entrevistas, pero sí tertulias.
Suspiros alados que se reproducen entre cofrades que miran a Rusia con amor y se dejan seducir por el color rojo, muy rojo, de la cara de un presidente que fue primer ministro y volvió a ser presidente porque tiene a su delfín en la junta para volver, volver, volver... Si el antiguo delfín lo deja.
Suspira el Ángel porque sabe que pronto llegará el día en que los nervios se traduzcan en triste realidad y haya quien se arrepienta de la decisión que tomó y se le caiga la banda como ya le pasó a uno de su cortejo.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: El capataz y la foto