Blas J. Muñoz. La fotografia retiene un instante que pasa de ser efimero a retener el aliento sostenido en el tiempo. Guarda el ambiente vivido para que, quienes fueron parte del mismo, se arrojen cada vez que la contemplen y, aunque no salga su silueta, la de la Imagen que irrumpe en los corazones siempre queda cuando se recupera la fotografía.
La que les presentamos en esta ocasión es una de esas imágenes que hacen de la expresividad una forma de vida. El Sanedrita ofrece el cáliz, el mismo que ya imploró que se le apartara y que asumió, desde su radical libertad, como un paso absolutamente necesario para afrontar su destino.
La noche enfrenta las figuras tensas, arrugadas, que componen el misterio que ideada Antonio Bernal para el Señor de la Humildad, dotando de dramatismo a la escena. La fotografia deja la huella imperecedero del tiempo que la sostiene al ser observada. La Semana Santa nunca termina del yo, mientras contemplamos un momento de su grandeza, en apenas un segundo.
Foto Jesús Caparrós