Juan Pérez. La Feria ya ha comenzado con nubes negras de
aquellas tardes de Viernes Santo en la que tantos años seguidos aguaron
las estaciones de penitencia a algunas cofradías. Y ya se ven las
gitanas con gafas de sol, se disfruta del pescaito frito y el alumbrado
ya lució en la noche mas esperada por los feriantes.
Pero hay noches, la de la Luna de Parasceve, que son las
que no olvidan los cofrades y se alumbran con la luminosidad distinta de
un paso de palio, una candelería bien dispuesta y si hace falta unos
buenos candelabros de cola que iluminan más que el alumbrado de
cualquier calle y de todas las ferias.
Los cofrades, los jartibles, tenemos nuestro propio
alumbrado y lo recordamos cada noche y en cualquier calle donde vimos a
María Santísima a la luz de las velas. Pueden llamarlo como quieran. Es
una bendita locura que cuando te atrapa ya no tiene escapatoria y la
fiesta sólo se celebra completa ante la Virgen.