Una vez concluida la Semana más hermosa del mundo es momento de echar la vista atrás, es hora de realizar un primer análisis de los efectos obtenidos, ya sean positivos o negativos; de aquí y hasta el 9 de abril de 2017 hay un extenso margen de tiempo para poder perfeccionar aquellos detalles que no han dado los resultados esperados, entre ellos, el tiempo, si bien ante esta circunstancia nada se puede hacer para desgracia de los cofrades, quienes han visto truncada su Semana Santa a consecuencia de la impredecibilidad de la meteorología, que les ha proporcionado duros y aciagos momentos en las primeras jornadas. Y si pesarosos han sido esos instantes de hermandades bajo la lluvia o de cofradías cancelando sus estaciones penitenciales para los cofrades, más aún los han sido para los dirigentes de las corporaciones en cuestión, los cuales se han visto en la embarazosa tesitura de adoptar una compleja decisión en una Semana de Pasión caprichosa en lo referente al tiempo.
De tal modo, hemos presenciado unos capítulos, cuánto menos, impactantes en las jornadas del Domingo de Ramos y Lunes Santo -y, quizás, se podría mencionar también el Martes Santo, en menor medida-. Como ya hemos reseñado, la meteorología es bastante impredecible, pese a haber unos partes notablemente fiables que exponen las predicciones a distintas y diversas escalas, lo cual viene a decir que es prácticamente imposible acertar al cien por ciento cuando existe una probabilidad de precipitaciones medianamente considerable. Una vez aclarado esto, y puntualizando que no es intención hacer leña del árbol caído, aprovecho la oportunidad que me ofrece este portal para expresar, en cierta forma, mi punto de vista acerca de las decisiones tomadas en dichas jornadas, y las cuales pasaron de la valentía a la osadía y de esta a la pusalinimidad:
Mientras que en Sevilla amanecía un Domingo de Ramos con lluvia, con cielos grisáceos, y con un tiempo propio del invierno, en la ciudad de los califas el sol buscaba alzarse en lo más alto de la capital acompañado de un cielo despejado casi en su totalidad. Tenía constancia de que la meteorología es muy cambiante, pero sinceramente no me creía a ese cielo endiablado teniendo en cuenta que los partes predecían agua desde el mediodía y hasta esa misma tarde. Y, desgraciadamente, estaba en lo cierto. La historia ya la conocen, no es necesario que entre en detalles. Obviamente, desconozco las indicaciones que le dieron a la Hermandad de la Borriquita desde los servicios meteorológicos -si es que hubo consulta-, aunque lo que no me cabe duda es de la valentía osada de la corporación de San Lorenzo ante la inestabilidad climática, por la cual puso en riesgo un importante patrimonio artístico y, sobre todo, humano. Más aún este año, que se incorporó al cortejo un nutrido grupo de esclavinas procedentes de diferentes cofradías. Les pudieron las ganas... Al igual que a los hermanos de El Amor, quienes igualmente arriesgaron, incluso más que La Borriquita, en una tarde donde el tiempo no quería aclararse: comenzaba la impredicibilidad de la que nos comentaban los meteorólogos, y acababa de empezar la Semana Santa... Con una hermandad de bastantes nazarenos, con tres pasos -muy valiosos-, con un recorrido ciertamente extenso en el que apenas existen lugares para el refugio, y con una junta de gobierno que no la rige de pleno derecho, es curioso que se echase a la calle en base a los condicionantes producidos. Al menos, supieron rectificar a tiempo y regresaron sobre sus pasos para volver al templo, y así poder librarse del intenso, aunque escueto, chaparrón caído en la capital bien entrada la tarde-noche; poco antes de que El Huerto decidiera, de manera un tanto incomprensible, realizar su salida, aún con paraguas abiertos cuando las puertas de San Francisco se abrieron para dar paso a la cruz guiona. Hay quien dice que los partes no apuntaban ningún tipo de precipitaciones durante el transcurso de la estación de penitencia de la cofradía de la Axerquía, pero la realidad era bien distinta. El corazón ganó la partida a la razón, y ello derivó a un espectáculo lamentable donde se vieron a unas bellísimas Imágenes bajo un fuerte aguacero, a un palio vertiendo el agua precipitada al son de sus bambalinas, a un manto empapado... Unas escenas que, a la postre, hicieron mella en algunas de las decisiones adoptadas por las cofradías del Lunes Santo, que se vieron en una situación parecida.
El Lunes Santo, desde unas semanas antes de su llegada, era catalogado como el día más complicado para salir en función de las previsiones, pero nada más lejos de la realidad la mañana se sucedió inesperadamente mejor que como lo hizo el Domingo de Ramos. Incluso el sol hacía acto de presencia, si bien nos abandonó, atrayendo una leve llovizna, cuando la primera hermandad de la tarde, La Merced, tenía que ponerse en la calle. Pese a agotar el tiempo dado para la prórroga, se anunció lo que todos nos temíamos: se suspendía la estación de penitencia. De nuevo, el tiempo nos jugaba una mala pasada... y ya iban dos días seguidos. Correcta decisión, puesto que continuaba ese chispeo caprichoso que, quizás, podría ir en aumento a lo largo del prolongado recorrido con el cuenta esta cofradía, y que podría afectar al importante patrimonio que atesora. Podría parecer irracional el hecho de suspender una salida con el sol en las calles y con un cielo parcialmente clareado, pero sucedió el Lunes Santo con cuatro corporaciones. Justo cuando la lluvia se disipaba, las nubes lentamente se despejaban, y la esperanza de rescatar la jornada comenzaba a florecer en los cofrades cordobeses, unas incomprensibles, aunque respetables, resoluciones desde la Huerta de la Reina y el Campo de la Verdad herían los sentimientos de todos aquellos que amamos esta bendita festividad. Las imágenes de las mencionadas hermandades del Domingo de Ramos bajo un fuerte aguacero sumado a la pusalinimidad, así como al exceso de preservación, fueron los causantes de tales determinaciones, que cayeron como un jarro de agua fría, al igual que las de La Sentencia -más incomprensible si cabe- y Ánimas -le faltó tiempo para suspender la salida-. Solo El Vía Crucis salvó un Lunes Santo carente de contrastes, solo reinó la solemnidad...
Y es que parece contraproducente que en una jornada como la del Martes Santo, en la que el cielo tenía peor aspecto que el día precedente, todas las cofradías, a excepción de La Universitaria -prefiero no opinar, ya que carecería de objetividad a causa de diversos motivos-, se echaran a la calle para realizar su protestación pública de fe. La valentía imperó, y el resultado fue positivo, así como sucedió en los primeros compases del Miércoles Santo con La Piedad de las Palmeras, que incluso lloviznando a escasos minutos de su salida decidió, sin demora, comenzar su estación de penitencia. Y de esta corporación sí se puede decir que tiene un itinerario enormemente extenso... No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Antonio Botella
P.d.: Correcta decisión, también, la de El Resucitado y, obviamente, las del resto de cofradías no mentadas.