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lunes, 4 de abril de 2016

Valencia se trae el botellón a Cordoba


Blas J. Muñoz. Hay quien se pregunta que, si junto al simulacro de Fallas, Ninots, Ofrenda Floral a Desamparados (que no a la hermosa Dolorosa de Santiago) y demás corta y pega de lo que se celebra en la Plaza Redonda y encuentra su ocaso decadente en la Malvarrosa, hay quien se pregunta  (reiteración al canto), si lo próximo será endosar en el cuerpo técnico del Córdoba a Nuno y Gary Neville.

¿Surrealista? No tanto como el espectáculo que pudimos ver en la tarde de este primer domingo de abril por el Paseo de la Ribera. Con un desfile en el que, puestos a contar, había más ebrios que sobrios y más vasos de plástico con hielo que petardos. Un espectáculo poco edificante, por decirlo de un modo suave, que convierte en Reyes a los comedores de pipas en Semana Santa.

Las fotografías hablan por sí mismas, como casi siempre, y aunque uno no sepa leer entre fotografías (cierto es que los renglones de Fitzgerald y su Edad del Jazz me motivan más), no deja de ser sorprendente que, a cada supuesta muestra del folklore popular le acompañe la bebida en dimensiones que aconsejan hacer el control de alcoholemia a los viandantes.


Sea como fuere, no duden que habrá quien lo justifique con el carácter lúdico de la celebración, por más que el espectáculo no sea edificante. Y me gustaría ver y leer el argumentarrio de más de uno, si los vasos de gin o kalimotxo se vieran en las aceras en Semana Santa. Qué buena oportunidad le daríamos a su doble vara de medir.





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