El pasado día dos de mayo, en una
tarde noche primaveral con tintes veraniegos y sabor cofrade, tuve el
privilegio de conocer de primera mano la composición del paso que portará la
sagrada forma de nuestro señor el próximo día 4 de junio por las calles del
barrio del naranjo. Fue emocionante ver como de aquellas maderas que fueron
trono de la señora de la Soledad de Santiago y posteriormente templo del señor
de la Agonía, han surgido esas formas y ese templete, que alberga una pequeña y
preciosa Virgen Inmaculada, y sobre el que quedará expuesta la custodia con la sagrada forma de Nuestro Señor.
La hermandad de la Agonía no está
descuidando ningún frente y de una forma inteligente y artística han conseguido
transformar parte de aquellas benditas maderas
que fueron concebidas como templo itinerante de Fe, en templo itinerante
de culto, difiriendo en poco el cometido para el que fue concebido
inicialmente. Ilusionante fue ver el nutrido número de costaleros y de personas
que acompañaban el pequeño paso durante su ensayo por las calles del barrio,
seña de la vitalidad y del interés que suscita una hermandad viva y activa, llena
de proyectos emocionantes.
A la reciente finalización
completa de su paso de misterio, hay que sumar numerosas actividades de
caridad, el proyecto real y tangible del palio de nuestra señora de la Salud o
madre del redentor, como la conocemos los más añejos, y otros pequeños
proyectos que han ido transformando esta hermandad de manera impecable y
evidente en una hermandad con un futuro muy prometedor. Su guion uniforme y
cuidado, su banda propia con renovada uniformidad, y sus diseños con delicado
gusto y más que probable valor artístico para su futuro palio, así lo evidencian.
Renovación, actualización, nuevos
tiempos, con un cuidado respeto a los principios, a su historia, procedencia y
tradición, hacen que la hermandad sea ejemplo a seguir. Sus limitados recursos
quedan atrás cuando la ilusión y las ganas hacen su aparición. Y es que un
legado que no se cuida, se mima, se restaura o se renueva, tiende a perder
valor y a desaparecer, hace que la ilusión de los hermanos sea menor y la
vitalidad de la hermandad caiga en decadencia. No es este el caso de la hermandad
que nos ocupa, ya que es claro el testimonio de que está muy viva, y para los
vivos y valientes no hay proyectos imposibles.
Manuel Orozco