Suspira el querubín entre nubes de algodón de azúcar por un campanario que no está tan lejos de los arenales feriales donde el polvo del albero trae alergias de primavera. Y los picores y los estornudos se reproducen en el cuerpo de algún capataz al que lleva días pitándole el oído izquierdo porque dicen que hablan mal de él.
Suspiros alados en las llamadas de un ensayo inocente donde se anuncian cambios menos inocentes y como santos inocentes a alguien se le va boca y bla, bla, bla... E inocente se señala al elegido y se pronuncia en idioma caló porque pa´la caló y de nuevo el frío de la Cuaresma falta pero hay que ir preparando el terreno.
Suspira el Ángel porque sabe que el capataz que está se estará preguntando si pasará los domingos al sol, aunque él no vaya en vaqueros a los retranqueos. Y no sabe si quien tiene que elegir mira al que estaba o al candidato porque hay miradas que matan y quien prefiere mirar para otro lado aunque haya llamador de por medio.