Esther Mª Ojeda. Hace un par de días que la Hermandad de la Sagrada Cena compartía a través de sus redes sociales un vídeo a modo de resumen con las escenas más significativas de su estación de penitencia durante la pasada Semana Santa. Toda una secuencia de imágenes que comienzan con la apertura de las puertas de la Parroquia del Beato Álvaro para dejar salir a una cofradía que desde ese mismo instante se ve arropada por el fervor y la devoción de un barrio.
La hermandad emprendía su camino hacia el centro de la ciudad entre momentos tan emotivos como una levantá dedicada a las familias de la Asociación de Niños Autistas o una saeta ante el silencio respetuoso de los presentes, aún en el corazón de Ciudad Jardín.
Así era como, poco a poco, el Señor de Poniente se acercaba a la Catedral, con un paso firme y sereno, siempre sin excesos. Llevado por una cuadrilla joven que, a la par que su hermandad, se ha forjado en pocos años en un caminar elegante en su racheo y obediente a la voz de su capataz, con un estilo y sello propios que han logrado que la gente aguarde al Señor de la Fe a pesar de la lejanía de Poniente.
Finalmente, la hermandad bordeaba la Catedral, dejando atrás la atenta mirada de San Rafael, atravesando por primera vez el Arco de las Bendiciones para adentrarse en un Patio de los Naranjos que rezumaba expectación sabiéndose escenario de un momento histórico en la Semana Santa.
Continuaba la cofradía su camino a la Carrera Oficial a través de la noche por la cuesta que es San Fernando, estampa también inédita hasta ahora que dejaba en las retinas de los espectadores la imagen difusa del Señor de la Fe subiendo una calle cuajada de azahar y sumida en una oscuridad casi absoluta.
Y entonces ya sí, el imponente paso dorado de la Cena cruzaba la plaza de las Tendillas, abarrotada de gente como cada Jueves Santo, punto tras el cual la joven hermandad iniciaba el regreso a su templo ofreciéndonos imágenes del interior de su reluciente canastilla donde la noche es aún más noche.
Con la luna de Nissan en la retaguardia y tras la pertinente parada frente a la Iglesia de la Trinidad, la comitiva avanzaba de nuevo al encuentro de Poniente, momento en el que ya próxima la llegada al Beato Álvaro y con especial atención al trabajo de su Agrupación Musical, el capataz Carlos Lara aprovechaba para dirigirse a su cuadrilla alabando el esfuerzo de todas las personas que constituyen una hermandad colaborando en su crecimiento y progreso.
A pocos metros ya de su templo, el Señor de la Fe despedía la noche de un Jueves Santo para la posteridad a los sones de una nana que precedió al himno nacional, con la mirada fija en un barrio que no entiende la Semana Santa cordobesa sin la presencia y la marca inequívoca de la hermandad de la Cena en la calle.
Foto Jesús Caparrós
Recordatorio La Santa Faz, una Hermandad siempre comprometida
Foto Jesús Caparrós
Recordatorio La Santa Faz, una Hermandad siempre comprometida