Blas J. Muñoz. Hay una Semana Santa en Córdoba que se narra en los anales de imágenes que, desde su origen, dictaminaron una devoción que se sostendría a lo largo de siglos. Desde el Cristo de las Penas hasta Nuestra Señora de las Angustias, Cristo de Gracia, Calvario, Dolores, Caído, Huerto, Caridad o Nazareno cuentan por centurias el arraigo de sus devotos.
Como en una procesión de rotativas, el barrio del Alcázar Viejo es indisociable de la figura del Señor de Pasión. Y la vinculación de Éste, en su origen, a la figura del Padre Borrego pertenece a una historia que, en cierta medida, ha sido llegada para alcanzar el tiempo en que nos tocó vivir. Es más, la Iglesia de Nuestra Señora de la Paz (San Basilio) se determina en torno a la figura del referido Padre Borrego.
Ahora, gracias a la restauración llevada a cabo por la empresa que dirige Ana Infante (Gestion y Restauracion del Patrimonio Historico, S.L.), la capilla consagrada a la Virgen ha recuperado el esplendor de sus orígenes, convirtiéndose en una de las más singulares que posee Córdoba. Y así lo explica la Hermandad del Tránsito en su espacio web:
"Obra única en su genero en la ciudad de Córdoba, que en el siglo XVIII, el padre Borrego pone en marcha por el amor que tenia a la Virgen. Se comenzó en el año 1743, para finalmente ser consagrado el 24 de Enero de 1755. Enmascarado por los cambios que se producen en el templo, su desconocimiento es consecuencia de la transformación que sufre la iglesia, en 1864, para convertirla en iglesia auxiliar de la parroquia del Sagrario, momento en que se quita el retablo primitivo y se cubre el presbiterio con un retablo (actual) que procede del antiguo convento de Santa Clara".
Una feliz restauración que nos devuelve un espacio único donde disfrutar de una ciudad que se pierde y se encuentra en el tiempo de su propia historia.