Finalizado mi éxodo por la costa malagueña he regresado a Córdoba, esa ciudad que es lo más parecido al infierno desde junio hasta septiembre, para divertimento de determinados programas de televisión que nos nombran día sí y día también la ciudad más calurosa de España y para desesperación de los que tenemos la mala suerte de vivir bajo su sol criminal. Y lo hago descansada solamente a medias. Les explico: En mi último artículo antes del paréntesis vacacional, ese que tanto gustó a quien, según me cuentan, olvida que estuvo cerca de los contrarios a quienes ahora defiende con uñas y dientes hasta que quedó claro que no habría reparto ni de cargos ni de martillos –me ha salido una frase que parece un suspiro del ángel-, finalizaba mi reflexión diciendo que necesitaba una desconexión de cofradías y sobre todo de cofrades. Pues por más que lo he intentado, no he logrado desconectarme del todo. Y es que algunos personajes lo ponen francamente difícil. Y no les hablo del típico móvil con cualquier marcha de Tres Caídas de Triana sonando junto a la orilla del Mediterráneo, ni del jartible que vive para rebuscar en you tube vídeos de la última Semana Santa, como si no tuviese nada más que hacer en la vida, ni de quienes son incapaces de mantener una conversación de más de cinco minutos sin introducir en alguna frase las palabras capataz, banda o costalero. No, les hablo de los dirigentes de nuestras hermandades -o de los que aspiran a serlo- o de los directores de bandas, o incluso de los periodistas cofrades –compañeros incluidos- que, bien por ser una auténtica mina, bien por empeñarse en firmar contratos entre mojito y espeto, bien por contarnos hasta el último detalle de lo que se cuece –nunca mejor dicho- en este verano cofrade que cada vez es más cofrade y menos verano, impiden desconectar completamente de cofrades y cofradías.
¿Pero es que aquí no descansa nadie?. Por tener hemos tenido, además de decenas –a mí me han parecido millones- de renovaciones y contrataciones de bandas, hasta dimisiones en las más altas esferas, un anuncio a bombo y platillo de una coronación a largo plazo y hasta impugnaciones a elecciones que, como bien saben en San Lorenzo, rara vez sirven de algo. ¿No podrían estarse quietecitos al menos un mes al año? ¿No podía ese hombre haber dimitido un poquito antes… o un poquito después?. ¿No podían rescatar del baúl lo de la coronación en otoño? Si lleva años en el cajón esperando que alguien se acuerde de reactivarla, ¿qué más da esperar unas semanas para filtrarlo?. Recuerdo la época en la que cuando terminaba la Semana Santa todo lo relacionado con el incienso y la cera prácticamente desaparecía de la faz de la tierra hasta la Fuensanta. Ahora, en cuanto cae el sol el Domingo de Resurrección, comienzan a circular noticias de rescisiones de contratos, destituciones de capataces, renovaciones, rumores, contactos… hemos convertido a las cofradías en un mercado de fichajes. Es cierto que tiene su punto divertido y entretenido, pero ¿no estaremos sobrepasando la frontera entre lo lógico y lo excesivo? Dicen los que saben de medios de comunicación que si lo que se cuenta se cuenta es porque al público le interesa, pero a veces da la sensación, igual es sólo cosa mía, de que estamos, entre unos y otros, sobrecargando al personal. ¿Es noticia que la Macarena, por muy Macarena que sea, haya firmado un convenio con una entidad financiera para que sus hermanos obtengan determinados beneficios o con una empresa de energía para modificar la iluminación de su Basílica?. Alguno pensará que estoy tirando piedras contra mi propio tejado pero a fin de cuentas, la sección de opinión de este "espacio de libertad", como le gusta llamarlo al jefe, está para despertar la reflexión entre los que tienen a bien dedicarle unos minutos.
Cierto es que no toda la culpa es de los informadores. En mi opinión, ni siquiera recae en sus espaldas la parte alícuota más importante de responsabilidad. Si se repasan las últimas semanas, comprobaremos que algunos de nuestros dirigentes son una auténtica mina, como decía un poco más arriba, unos auténticos genios a la hora de devolvernos a la rutina cofrade cualquier mañana bajo la sombrilla. Esta misma semana, sin ir más lejos, los alegres chicos de la Calle del Lodo se reunían con el Obispo para explicarle su proyecto de Carrera Oficial. Que nadie se me enfade pero, ¿no han tenido tiempo antes? ¿No pueden dejar a ese hombre que se vaya de vacaciones? Curiosamente, el jueves los informativos reproducían hasta aburrir –cosas del verano- las imágenes del Rey Felipe recibiendo en Madrid a un Rajoy que le ha hecho volver de la playa porque ni él ni sus contrarios han sido capaces de darnos un gobierno todavía, y el monarca comentaba entre divertido y hastiado, que "este era un verano atípico y había que adaptarse". Llámenme loca pero me resultó inevitable que me viniese a la cabeza la imagen del Obispo con Sanmiguel… ¿Habremos inaugurado la era de los despachos veraniegos Presidente-Obispo?
Es innegable que la información cofrade interesa, y mucho, ahí están las cifras de audiencia de esta misma página, que se me antojan increíbles cada vez que me las cuentan, pero con frecuencia me pregunto si no estaremos entre unos y otros abusando hasta provocar el hartazgo. Si ha parado hasta el "Chiringuito de Pedrerol" ese programa que divierte hasta a los que el fútbol no nos interesa lo más mínimo, ¿no debería relajarse la información cofrade al menos un mesecito al año? Quizá deberíamos entre todos hacer propósito de enmienda y firmar contratos, si es posible, un poquito antes o un poquito después, posponer determinadas reuniones a que el periodo estival forme parte de nuestros recuerdos y no colgar videos de entradas en Campana, al menos hasta que el asfalto no se derrita bajo nuestras chanclas… o tal vez esté equivocada, la rueda gire hasta el infinito y realmente sea de interés general que el capataz x estrene gemelos la próxima Semana Santa… ¿Quién sabe?
Sonia Moreno