Esther Mª Ojeda. La Regina Mater vivida en Córdoba el año pasado dejó sin duda una infinidad de estampas para el recuerdo, pero sobre todo sirvió para dar a conocer las importantes y antiquísimas devociones que los diversos pueblos de la geografía cordobesa se han encargado de mantener vivas a lo largo de los siglos.
A aquella ocasión tan especial, debemos agradecerle, entre otras muchas cosas, el habernos brindado la oportunidad de acercarnos a buena parte de las devociones fundamentales de la Diócesis, a pesar de algunas notables ausencias entre las que destacaron por encima de las demás la de la Virgen de Araceli, una devoción sin la que no es posible entender la historia de Lucena, lugar a la que quedaría ligada para siempre cuando, según cuenta la tradición, el Marqués de Comares, Luis Fernández de Córdoba, trajese consigo la célebre Virgen, tallada a imagen y semejanza de la de “Santa María in Aracœli” en Roma tras haber quedado prendado de ella durante su viaje a la “Ciudad Eterna”.
Según la leyenda, en el viaje de vuelta y en el que se dice que el Marqués no la perdía de vista ni un solo instante, se produjo una gran tormenta que asustó a los caballos hasta el punto de imposibilitar la reanudación de la marcha, motivo por el que Luis Fernández de Córdoba interpretó el suceso como una señal de que ese era el punto exacto donde la Virgen debía permanecer. Ese lugar no era otro que la Sierra de Aras donde luego se alzó su primera ermita, dando así lugar en aquel remoto año 1562 a una historia devocional que llega intacta hasta nuestros días.
Una tradición que se ha perpetuado dejando tras de sí una lista de innumerables poemas, algunos de los que se tienen constancia desde 1800 y que abarcan desde la autoría desconocida hasta, por ejemplo, la “Letrilla a Santa María de Araceli” del poeta cordobés, Pablo García Baena y a los que hay que sumar asimismo una serie de canciones que también se le han dedicado a tan querida patrona.
Tiempo más tarde, la llegada de los “nuevos tiempos” y los adelantos tecnológicos hicieron posible ampliar la variedad documental, permitiendo una nueva mirada al pasado, en esta ocasión, a través de la instantánea tomada en un lejano año 1915 y que fue publicada hace tan solo un par de días mediante la cuenta de Twitter de Semana Santa en Lucena (@SSenLucena). Una imagen curiosa como poco que nos presenta a la Virgen de Araceli en su camarín con notables diferencias estilísticas con respecto al presente.
De años posteriores, aunque no por ello menos sorprendentes, también existe gran cantidad de fotografías que dan testimonio de momentos tan relevantes en su historia como la que nos muestra a la Patrona de Lucena portada a hombros, en la cima de un profuso y llamativo exorno floral a su salida de San Mateo camino de su coronación allá por el año 1948. En definitiva, todo un reportaje de imágenes de archivo que a pesar de la lógica fascinación que pueden causar, solo son una pieza para entender los siglos de veneración en Lucena.