José Barea/G. Rodríguez. Se avecina un día grande para la Córdoba Cofrade, para el Zumbacón y para la Hermandad de la Merced. Una de esas fechas marcadas en rojo sacramental para el calendario cofrade más íntimo de la ciudad califal. Y es que como cada año, en los albores del 24 de septiembre, y unas horas antes de que la Cofradía del Lunes Santo se reúna en torno a la más bella de las mercedarias, con motivo su onomástica, se celebrará la Felicitación a la Santísima Virgen, que en este año tan especial en el que la corporación conmemora el XL aniversario de su bendición, correrá a cargo del insustituible Fray Ricardo de Córdoba, cuya vinculación con la hermandad cordobesa es de sobra conocida.
Una jornada apoteósica para la Banda de Cornetas y Tambores de la Coronación de Espinas, que vivirá, probablemente, su momento más especial del año, rematando así un mes de septiembre para enmarcar, que ha gozado de una brillantez espléndida para la formación cordobesa. Y es que sus afinadas cornetas llevaron el nombre de su Cofradía y el de toda Córdoba a un lugar de privilegio merced a su acompañamiento musical a la Hermandad de la Fe de Huelva, siendo partícipes de un evento en el que se dieron cita buena parte de las mejores bandas del panorama de la música procesional, y en el que rayaron a un gran nivel, mereciendo el elogio de muchos de los cofrades que acudieron a la ciudad colombina.
Como ya es tradicional, al romper la madrugada de la festividad de Santa María de la Merced, cuando el reloj traspase la frontera entre el día 23 y el día 24, tendrá lugar el tradicional pasacalles de la Banda de la Coronación de Espinas por las calles de su barrio con el destino insustituible de la eterna mirada de Santa María de la Merced. Una tradición que nació por iniciativa de la Junta de Gobierno de la hermandad, para que Coronación pudiese gozar cada año de su momento más especial, de sus minutos más íntimos frente a la Reina del Zumbacón, para materializar el honor, el gozo, la alegría y el orgullo contenido de unos cofrades, unos músicos, unos hijos, que en pocas ocasiones pueden regalarle sus brillantes sones, en forma de ofrenda sincera, a su Bendita Madre. Una vez más, la magia se abrirá camino a compás de tambor y corneta, y el tiempo se detendrá en un suspiro, para que Suene Coronación solamente para Ella.