Miguel Arroyo. "Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra", decía Santa Teresa del Niño Jesús o también conocida como Santa Teresa de Lisieux, patrona universal de las misiones y doctora de la Iglesia, cuya fiesta celebramos el pasado sábado, 1 de octubre.
Durante estos días se le ha rendido culto en la iglesia conventual de San José (San Cayetano), llevando a cabo el ejercicio de un solemne triduo, que en los últimos años, gracias a la labor incansable de la archicofradía del Carmen; ha ido creciendo en relevancia dentro de la ardua actividad que durante el año realiza la corporación. Así, este año se ha dispuesto un elegante y conventual altar de cultos donde la devota imagen de Santa Teresita del Niño Jesús aparece escoltada por esbeltos cirios y sacras, así como por una miniatura de Niño Jesús que durante el año aguarda en la clausura.
Se ha convertido en un reclamo de la feligresía y ya es tradición en su festividad, que al finalizar el triduo, se bese la reliquia que guarda la comunidad de frailes carmelitas descalzos, asi como que se proceda a la bendición de los pétalos de rosa. Pues Santa Teresita así lo determinó antes de fallecer, en la flor de la vida: "Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas."
Fotos José Miguel Varona