Carlos Gómez. Este fin de semana la Hermandad de la Exaltación celebra Besamanos en honor de Nuestra Señora de las Lágrimas, en el que la virgen se halla presidiendo un elegante altar efímero para recibir el cariño de sus fieles. Nuestro compañero Benito Álvarez ha acudido ante Ella para realizar esta excelente crónica gráfica.
La Virgen de las Lágrimas es una imagen de Virgen Dolorosa de autor desconocido, que puede incluirse dentro del grupo de obras anónimas probablemente del siglo XVIII. El especial encanto y sutil matiz religioso de su rostro no fue bien comprendido por parte de un sector cofrade más proclive al esteticismo complaciente que al espiritualismo que transmite esta imagen; de ahí el escándalo surgido en 1969 cuando se quiso cambiar esta talla antigua por otra más moderna; un despropósito que felizmente no prosperó gracias al firme apoyo de sus más sinceros y fervientes devotos.
De rostro alargado, fino y algo demacrado, adopta una posición que la hace inclinarse levemente hacia adelante, con suavidad y sin afectación. Presenta unas gruesas lágrimas de cristal en sus mejillas que hacen honor a su advocación, mostrando matices dolientes de acusada individualización y realismo muy alejados del tamiz idealizador propio de la época. Como anécdota, y pese a no estar documentada, se sabe que fue esta imagen de Dolorosa sevillana la primera que lució en su mano el clásico pañuelo de lágrimas que hoy portan prácticamente todas las Vírgenes de nuestra Semana Santa.
No es posible saber con exactitud cuantas veces ha sido restaurada esta imagen a lo largo de los siglos. En la reciente intervención llevada a cabo por el profesor Pedro Manzano se halló un documento en su interior que hacía referencia a una restauración realizada en el día 8 de febrero de 1775, cuando Joaquín Cano le puso ojos de cristal, en sustitución de los originales tallados en la madera. En los años 1954 y 1956 la imagen fue restaurada además por el también profesor Ricardo Comas Facundo.
