Eva Martín. He acudido ante tu mirada para alimentarme de tu dulzura de Reina, de tu fuerza infinita de mujer luchadora y para beber del cáliz de la cadencia perpetua que destila el rosario de tu esencia imperecedera. Es imposible abarcar tu dolor, porque es imposible empatizar con el sentimiento de una Madre a la que han arrancado de su rosal la más querida de sus rosas.
Tú que le enseñaste a caminar, a sobreponerse en los momentos de dificultad, tú que le mostraste el camino de la perseverancia cuando las cosas mundanas se le escapaban de las manos. Tú que sabes mejor que nadie de su condición divina, cómo vas a comprender que aquellos a los que viene a mostrar el camino del amor sólo le paguen con odio y rechazo, con dolor y muerte...
Y mientras observas su agonía y te sumerges en el abismo de la desesperación, tus ojos, incapaces de de generar ni una lágrima más, aún se permiten un instante para detenerse en mi... y en el océano de tus pupilas descubro asombrada, que detrás de ese llanto y de esa consternación se halla la fuerza inabarcable de una mujer diferente, de la elegida por Dios para mostrarnos el camino del paraíso y recobrar, hasta en el momento de mayor desconsuelo, un pequeño halo de esperanza y encontrar sentido a toda esta tragedia...
Fotos Antonio Poyato