Esther Mª Ojeda. En ocasiones anteriores, ya habíamos tenido la oportunidad de regresar, por un breve período de tiempo, a los orígenes de la Hermandad de la Santa Faz que se establecía en la Parroquia de la Trinidad en el año 1982. Tal y como informábamos entonces, la joven cofradía se constituía en aquel momento en torno a la imagen de un antiguo y deteriorado nazareno del siglo XVIII cedida por el párroco de su sede.
Sin embargo, 1987 llegaría con aires de renovación al encargar la hechura del actual Señor de la Santa Faz al imaginero sevillano Antonio Dubé de Luque y la talla de la nueva Verónica al hermano de la corporación, Antonio Salto Román. No quedaban ahí los cambios, pues tan solo un año más tarde se llevó a cabo la modificación de los estatutos necesaria para sustituir la advocación mariana de María Santísima del Perdón por la de María Santísima de la Trinidad.
Con ello, se abría la senda para la inminente llegada de la Santísima Virgen a la corporación, una responsabilidad para la que La Santa Faz volvía a confiar en el buen hacer de su hermano Antonio Salto – también autor de las Santas Mujeres – previa aprobación del Cabildo General.
El ilusionante proyecto de aquella joven y emprendedora hermandad se materializaba en el verano de 1989. Todo un acontecimiento para la actualidad cofrade del que se hacía eco el Nuevo Diario de Córdoba el 9 julio de aquel mismo año. En la sección de Hermandades – y compartiendo página con el proyecto del nuevo paso del Cristo del Amor – Francisco Pérez relataba cómo, en el Cabildo Ordinario de la Santa Faz relativo al curso cofrade 1989 – 1990, la hermandad abordaba la finalización del paso del Señor así como la incorporación de unos candelabros arbóreos además de unos penachos ubicados alrededor de unas capillas, ejecutados en bronce por Manuel de los Ríos según el diseño elaborado anteriormente por Rafael Valverde Luján.
Con estos antecedentes, comenzaba al fin la Junta Extraordinaria con la que todas las atenciones se ponían en la esperada venida de María Santísima de la Trinidad, quien había adoptado dicha advocación como el fruto de la determinación de los miembros de la cofradía atendiendo a su significado tanto sentimental como litúrgico.
En dicho artículo, se describía a la recién llegada como una talla de candelero, obra del ya mencionado Antonio Salto – quien además era integrante de la Junta de Gobierno – y recordando con ello su gran aportación al pasaje trasladado al paso del Señor de la Santa Faz, en el que se destacaba a la Santa Mujer Verónica, bendecida el 20 de marzo de 1988 y descrita como imagen de tamaño natural ejecutada en madera de cedro.
En este contexto, el sueño de la hermandad de contar en su seno con una dolorosa se hacía realidad tras una impaciente espera, a la que solo habría ya de sumar la de su bendición por parte del entonces obispo de la ciudad, monseñor Infantes Florido, en una ceremonia prevista para el 9 de diciembre de ese mismo 1989. No quedaban ahí las expectativas en relación a su anhelada Virgen de la Trinidad, pues en el mismo acto tendría lugar la Coronación Diocesana del “Lirio Blanco de la Trinidad”, momento para el cual el consiliario de la Hermandad, el siempre querido Antonio Gómez Aguilar, había donado la corona – realizada en los sevillanos talleres de Villarreal – que le sería impuesta a la Santísima Virgen en un momento tan significativo como histórico.