Jesús Pérez. Viernes Santo, en Triana el pasado 29 de octubre fue Viernes Santo. Y no valía creérselo, sólo vivirlo. Así de simple y así de complejo era entender esta afirmación que se comprendía saliendo a la calle para despejando la incógnita de que podía ser Viernes Santo a través de un sol radiante y una temperatura primaveral.
Pero como pueden imaginar, no fue por casualidad. La Hermandad de La O celebraba sus 450 años de existencia. Una efemérides digna de conmemorar con una salida extraordinaria por las calles de su barrio. Previamente, la Parroquia de Nuestra Señora de la O acogió a las 10 h. Solemne Misa Estacional y de Acción de Gracias que estuvo presidida por D. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla. La Eucaristía también estuvo presidida por el amor, la unidad y la alegría de los hermanos que juntos radiaban al son de María Santísima de la O.
La calle Castilla fue el eje del barrio de Triana. No sólo ayer, sino las semanas previas que han conducido a esta cita tan especial. Más aún, cuando eran las 16.30 h. y el sol apretaba sin desgastar al público que empezaba a presentarse delante de la puerta del templo.
Tras la salida de numerosas representaciones y cirios que acompañaban el palio, precedidos por las magníficas cornetas de la Banda del Sol, la hora llegó. Eran las 18.39 h. y la Virgen de la O salió a la calle para hacer estallar a Triana. Lo hacía con “María Santísima de la O” a los sones de la Banda del Carmen de Salteras que siguió con “Y en Triana, La O” y “Madre Hiniesta” para convertir la calle Castilla en un teatro único para el deleite.
Una hora más tarde, el palio consiguió llegar a la Plaza del Altozano entre un inmenso público que recibió a la Virgen desde su salida. No fue de extrañar, que la muchedumbre se multiplicase en la calle Pureza. Nadie quería perder de vista el paso de la Virgen de la O por esta calle larga del arrabal. Así, los que allí se concentraron vivieron uno de los momentos más espectaculares cuando tiraron una petalá a sones de “Pasan los Campanilleros”. Para engrandecer más el momento, la Virgen de la O recibió de nuevo una petalá frente a la capilla de los Marineros a sones de Triana de Esperanza.
Uno de los momentos más esperados de la procesión triunfal fue la llegada a la Parroquia de Santa Ana. La plaza que sirve de porche a esta catedral trianera se convirtió en un macizo de devoción que empezó a completarse desde dos horas antes de la llegada de la dolorosa. Una vez que la Virgen llegó a las puertas se volvió al pueblo para presidir un Acto Litúrgico en la puerta de la parroquia, que además de servir de celebración devocional, se aprovechó para arreglar el candelabro de cola izquierdo que sufrió una rotura en una levantá.
A sones de “Virgen de la Estrella” y de madrugada llegó la dolorosa de la calle Castilla a San Jacinto. Otro punto esperado y difícil de olvidar, donde la Virgen de la O se presentó a la Virgen de la Estrella que estaba celebrando en un altar efímero de su capilla el aniversario de su Coronación Canónica. La calle San Jacinto fue punto y aparte para el discurrir de la procesión. Era la una de la madrugada y el sueño se iba terminando. Para suscitar la magia, los costaleros deleitaron al numeroso público asistente con su excelente hacer en la calle Alfarería a sones de “Callejuelas de la O”, “Hossana in Excelsis”, “La Madrugá” o “Virgen de las Aguas”, convirtiendo esta calle en un auténtico vergel de emociones que apuró al compás de “Aniversario Macareno”.
La madrugada agotó sus últimas gotas de fantasía e inmensidad, lentamente, como si no quisiese despertar de este sueño maravilloso que el destino le había permitido gozar, hasta que María Santísima de la O, que hoy más que nunca fue la Reina de Triana, abandonó su lugar de privilegio bajo el cielo de Sevilla para cobijarse en el hogar en el que reposará y descansará hasta que dentro de unos meses, mucho antes de que nos demos cuenta, un nuevo Viernes Santo convierta a la calle Castilla en el mismísimo paraíso... una vez más.
Pero como pueden imaginar, no fue por casualidad. La Hermandad de La O celebraba sus 450 años de existencia. Una efemérides digna de conmemorar con una salida extraordinaria por las calles de su barrio. Previamente, la Parroquia de Nuestra Señora de la O acogió a las 10 h. Solemne Misa Estacional y de Acción de Gracias que estuvo presidida por D. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla. La Eucaristía también estuvo presidida por el amor, la unidad y la alegría de los hermanos que juntos radiaban al son de María Santísima de la O.
La calle Castilla fue el eje del barrio de Triana. No sólo ayer, sino las semanas previas que han conducido a esta cita tan especial. Más aún, cuando eran las 16.30 h. y el sol apretaba sin desgastar al público que empezaba a presentarse delante de la puerta del templo.
Tras la salida de numerosas representaciones y cirios que acompañaban el palio, precedidos por las magníficas cornetas de la Banda del Sol, la hora llegó. Eran las 18.39 h. y la Virgen de la O salió a la calle para hacer estallar a Triana. Lo hacía con “María Santísima de la O” a los sones de la Banda del Carmen de Salteras que siguió con “Y en Triana, La O” y “Madre Hiniesta” para convertir la calle Castilla en un teatro único para el deleite.
Una hora más tarde, el palio consiguió llegar a la Plaza del Altozano entre un inmenso público que recibió a la Virgen desde su salida. No fue de extrañar, que la muchedumbre se multiplicase en la calle Pureza. Nadie quería perder de vista el paso de la Virgen de la O por esta calle larga del arrabal. Así, los que allí se concentraron vivieron uno de los momentos más espectaculares cuando tiraron una petalá a sones de “Pasan los Campanilleros”. Para engrandecer más el momento, la Virgen de la O recibió de nuevo una petalá frente a la capilla de los Marineros a sones de Triana de Esperanza.
Uno de los momentos más esperados de la procesión triunfal fue la llegada a la Parroquia de Santa Ana. La plaza que sirve de porche a esta catedral trianera se convirtió en un macizo de devoción que empezó a completarse desde dos horas antes de la llegada de la dolorosa. Una vez que la Virgen llegó a las puertas se volvió al pueblo para presidir un Acto Litúrgico en la puerta de la parroquia, que además de servir de celebración devocional, se aprovechó para arreglar el candelabro de cola izquierdo que sufrió una rotura en una levantá.
A sones de “Virgen de la Estrella” y de madrugada llegó la dolorosa de la calle Castilla a San Jacinto. Otro punto esperado y difícil de olvidar, donde la Virgen de la O se presentó a la Virgen de la Estrella que estaba celebrando en un altar efímero de su capilla el aniversario de su Coronación Canónica. La calle San Jacinto fue punto y aparte para el discurrir de la procesión. Era la una de la madrugada y el sueño se iba terminando. Para suscitar la magia, los costaleros deleitaron al numeroso público asistente con su excelente hacer en la calle Alfarería a sones de “Callejuelas de la O”, “Hossana in Excelsis”, “La Madrugá” o “Virgen de las Aguas”, convirtiendo esta calle en un auténtico vergel de emociones que apuró al compás de “Aniversario Macareno”.
La madrugada agotó sus últimas gotas de fantasía e inmensidad, lentamente, como si no quisiese despertar de este sueño maravilloso que el destino le había permitido gozar, hasta que María Santísima de la O, que hoy más que nunca fue la Reina de Triana, abandonó su lugar de privilegio bajo el cielo de Sevilla para cobijarse en el hogar en el que reposará y descansará hasta que dentro de unos meses, mucho antes de que nos demos cuenta, un nuevo Viernes Santo convierta a la calle Castilla en el mismísimo paraíso... una vez más.