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sábado, 31 de diciembre de 2016

Enfoque: Cómo destruir una bonita iniciativa


Guillermo Rodríguez. Deslucido recorrido el desarrollado por el cortejo que acompañó, en la tarde del 30 de diciembre -nadie sabe el por qué de la fecha elegida-, a la Cartera Real encarnada por Nuria Barbarroja, investigadora del Imibic, a pesar de los esfuerzos de la protagonista y sus acompañantes y de la encomiable participación de la Banda de Cornetas y Tambores Coronación de Espinas que una vez más puso el divertido contrapunto musical a un evento concebido para ser la antesala de la ilusión y que la torpeza de nuestros gobernantes -o algo mucho peor-, que al parecer ni saben elegir el día adecuado -en Sevilla por ejemplo este acto tiene lugar el 4 de enero, en la víspera de la Cabalgata de Reyes- ni las formas ni el itinerario, condicionado en este ocasión por las obras que asolan el centro de Córdoba en general y el entorno del Ayuntamiento en particular.

Unos dirigentes que, por descontado, no otorgan al evento la importancia debida, como si alguien pretendiese que año tras año el fracaso vaya in crescendo, con el objetivo indisimulado de hacer desaparecer esta bonita iniciativa por el sumidero de los pasos en falso múltiples a los que estamos acostumbrados en esta ciudad. Las cosas hay que hacerlas bien o no hacerlas, así de simple, y es imposible catalogar de positiva la puesta en escena de una cabalgata -o lo que sea- cuya convocatoria desconocía la mayoría de los cordobeses, merced a una casi inexistente promoción por parte del ayuntamiento de la ciudad, que sí existe para cualquier carrerita de fin de semana que corta el tráfico de avenidas enteras. Ni siquiera la alcaldesa de todos los cordobeses -lo de "y cordobesas" se lo dejaremos a los giliprogres del lenguaje, que yo me atendré a lo que exige la R.A.E.- se dignó a hacer acto de presencia donde debe, haciendo entrega de la Carta de la Ciudad en un acto netamente simbólico que da buena muestra del respeto nulo que ciertos partidos políticos evidencian por cualquier cosa que recuerde, aunque sea lejanamente, a religión. A religión católica quiero decir, porque luego no tienen empacho alguno en acudir a celebraciones, muestras y festejos varios relacionadas con el Ramadán, ya se sabe que algunos son laicos selectivos.

Claro que poco se puede esperar de una señora que presuntamente nos representa a todos y es incapaz de celebrar la Navidad diciendo Feliz Navidad, mientras invoca a Séneca, que en Navidad en como invocar a Marx, a Groucho quiero decir. Imaginamos que la carta que entregó Carmen González Escalante, Delegada de Promoción de la Ciudad y Portavoz del Grupo socialista, a la Cartera que es Real, por más que algunos les pese, incluiría peticiones para todos los cordobeses, sin distinción de raza o religión, incluidos los que sí celebramos la Navidad y no solamente para una parte sesgada de la ciudadanía, como la instauración una "buena república" por pedir algo inútil. Si bien es cierto que, teniendo en cuenta que horas después de la celebración de la Navidad, desde el ayuntamiento se han apresurado en borrar toda huella de esta fiesta en las Tendillas, donde toda la ornamentación, salvo el alumbrado, han sido sustituida por el carísimo y cateto armatoste que cada año nos cuesta "una pasta" a los cordobeses para celebrar el fin de año, "curiosamente" la única fecha laica del calendario de estas semanas, sin que nadie proteste con tambores a las puertas de ningún sitio, no descarten que desde el Palacio de Oriente -el de los Reyes Magos, no se me asusten- habrán pensado en traernos carbón a todos, como miembros de una ciudad que se empeña año tras año en borrar todo lo que se pueda la Navidad. Si no me creen echen un vistazo detenidamente al alumbrado hipotéticamente navideño que se reparte democráticamente por diversos puntos de la ciudad. En este punto me permito recordarle a Sus Majestades, que esta señora no fue la más votada por los cordobeses, para que no paguemos justos por pecadores. 

Por el contrario yo si le entregué mi carta a los Reyes Magos, y en ella pedí para todos el respeto del que algunos adolecen. Y unos dirigentes sin complejos que no pretendan negar que una parte de la ciudadanía es católica y está orgullosa de serlo y que la Navidad es una fiesta cristiana pero que trasciende las creencias individuales para convertirse en parte de nuestra esencia y nuestra cultura. Y negar eso demuestra una ignorancia y una miopía infinitas que, no lo duden, tendrá consecuencias electorales en el futuro. Por cierto, Feliz Año Nuevo, que no por ser fiesta laica voy a renegar de ella. Tomen buena nota los acomplejados.

Fotos Antonio Poyato
















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