El papa Francisco se puso una nariz roja para homenajear a una pareja de recién casados, miembros de una ONG que utiliza payasos para animar a niños enfermos de cáncer. El pontífice felicitó en el Vaticano al matrimonio formado por dos voluntarios de la Associazione Arcobaleno Marco Iagulli. Según su página web “la asociación fue fundada con el objetivo de proporcionar apoyo, tanto moral, psicológico como económico a las familias cuyos hijos sufren de cáncer”.
Una vez más, el Papa muestra su cercanía a la gente, su llaneza y su sentido del humor. Cuando la pareja bajó las escaleras, Francisco I mostró su apoyo a la causa en favor de los niños enfermos y no dudó en colocarse el símbolo universal del payaso. Con su nariz roja y junto a la pareja tampoco tuvo ningún problema en dejarse fotografiar.
Que ni sus maneras ni su discurso tienen nada que ver con los de sus predecesores en el Vaticano es algo que se ha visto claro desde el primer momento. Es frecuente que se acerque a la gente para sacarse fotografías y ha hecho declaraciones, como las referidas al papel de la mujer en la Iglesia, que presagian nuevos tiempos para la institución. Hace poco, durante la homilía de la Fiesta de la Familia, en octubre, en la Plaza San Pedro, un niño se subió al atrio y se abrazó a sus piernas. Todos los intentos para que el pequeño volviera a su sitio, a pie de escenario, fueron infructuosos; así que el Papa pronunció su discurso con él pegado a sus faldas. La presencia del menor en ningún momento pareció incomodar al Pontífice, según se aprecia en imágenes, que le dedicó varios gestos cariñosos al niño.