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martes, 25 de marzo de 2014

La Chicotá de Nandel: Luna de Parasceve


La luna de parasceve, es esa llama encendida en el cielo que ilumina al cofrade por placitas y rincones, por lugares bendecidos en exclamaciones, rezos, lágrimas... Son hoy tantos los que por desgracia no hemos desvirgado aún con nuestros sentimientos...

Pero si me lo permiten, yo les daré hoy una nueva definición de lo que es, mi luna de parasceve.

Antes de comenzar con “mi luna”, si querría lanzar un esbozo de rezo, un latido más profundo de este corazón, que siempre fue, o eso intenta, agradecido con las personas que alguna vez le regalaron una sonrisa, le dieron la mano cuando era pequeño para andar o, simplemente, al dar un abrazo, sintió el amor más puro y limpio que una MADRE, con mayúsculas, tenía para dar a todos los que sin ser sus hijos, e incluso, aunque parezca imposible, aunque fuera imposible que pudiera tener más amor de MADRE que el que tenía para con su hijo, ella te embadurnaba de beso y caricia, mi recuerdo va, escribiendo estas letras que una tras otra esperemos lleguen a ELLA, a esa SEÑORA que ya con su marido está en cielo azul y mirada trasparente y vigilante hacia su hijo Juan.


Se nos ha ido días atrás, una persona a la que desde aquí le mando mi último beso en la tierra, y es que ella se lleva otro buen trazo de mis recuerdos para reunirse con sus seres queridos, allí, dónde poder cuidarnos a todos:

El día que te conocí indagaste
en mi pelo alborotado de niño,
no sé, por qué tanto amor me dejaste
sonrisas derramaste de cariño.

Eras candil en esquina encendido,
pues el centro nunca querías tú ser.
mapa de tu hijo, cuando perdido,
a la lumbre de casa quería volver.

Emperadora de tierna fragancia,
para Juan sonrisa siempre a su vera,
reina chiquita, recuerdos de infancia,
hermoso lunar de nuestra primavera.

Dicen que un ángel vino a visitarte,
y al ofrecerle tu mano sencilla,
-¿Vienes por mí? ¿Es que ya he de marcharme?
-“vamos con Rocío, Rosa Padilla”.

Tras el recuerdo a la madre de Juan Vargas, Juan, de nuevo desde aquí mi ánimo ante tan importante pérdida, os hablaré de la luna de parasceve.

Podemos leer, hasta escuchar canciones, composiciones dedicada a ella, pero les aseguro, que una charla con la luna de parasceve es lo más fulgurante que nadie pueda tener.

La luna de parasceve nos llega
como el dulce de torrija y pestiño
y el corazón, como que se subleva
fantasea y contempla tu cariño.
Eres tu luna vestida de hebrea
y a ti mis ojos aún no te han visto,
el susurro, de calmada marea,
el suspirar, frente a frente con Cristo.

Guarda para mí un momento tuyo
en la Plaza de Colón, tu morada,
cuando la flor te abre su capullo,
cuando eres Paz de mi alma enamorada.

Te habrán recitado miles de cosas
miles de versos y plegarias de Paz,
entre lágrimas tu sonrisa esbozas,
somos corazones que has de iluminar.

La Luna de parasceve ha venido,
amor y caricia, novia del viento.
Madre de Paz y Esperanza te pido
que si me traes a mi luna de cuento,
yo nunca la dejaré en el olvido,
si hace falta mil poemas me invento,
y juntos iremos a tu convento
por ver por ti nuestro amor bendecido.

A todas esas personas, que han sido, serán LUNA DE PARASCEVE, a esas madres, esposas, novias, hermanas, amigas... Que cada año al pasar la Virgen niña y Maestra de nuestros sentidos y emociones, queremos tener junto a nosotros.

La luna de parasceve, no es más que aquella luna que nos refleja en el comienzo de nuestro tiempo junto a Jesús y su Bendita Madre, la luna de parasceve, es aquella sonrisa que al iluminarnos cada día del año, aunque sea con una charla hasta las tres de la mañana donde se busca el bienestar y la caricia de unas letras, hace que la mañana del día siguiente sólo sea recuerdo de armonía de noche soñada.

La luna de parasceve es para todos y cada uno de nosotros, eso mismo, quien nos recuerda que cuando ella llega, no hay más luz que la de la luna del alma.

La luna de parasceve, vive en la Plaza de Colón, y ojalá como cada Miércoles Santo que la he esperado, cuando aparezca, miremos juntos a ese cielo, que no es otro que el blanco y puro néctar de una Virgen que siempre para todos, haya alguna forma de devolvernos a la vida, para los que aquí estamos y nos estamos perdiendo en infelicidades, y para los que se nos van, pues empezarán la felicidad junto a ella.

Sabes que te busco y espero, mi Luna de Parasceve.


Fernando Blancas Muñoz










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