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martes, 25 de marzo de 2014

«Los peores enemigos de las hermandades son los propios cofrades»


Sus estancias primero en Roma, para participar en la visita ad limina de las provincias eclesiásticas de Granada y Sevilla, y luego en Madrid, para elegir al nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, han desplazado hasta bien entrada la Cuaresma la jornada que el arzobispo dedica tradicionalmente a despachar con la prensa. A tenor de sus declaraciones, Asenjo ya ha calado a los cofrades y parece conocer al dedillo sus pecados…

-Después de varios días de encuentros personales con el Papa Francisco, ¿cuál es la enseñanza principal que ha extraído de sus experiencias en estos días romanos?

Lo que más me impresiona del Papa es su vitalidad, su entusiasmo apostólico y misionero y la frescura de su mensaje. Es decir, el Papa Francisco no es un teólogo, como lo era el Papa Benedicto, pero tiene la ventaja de que su mensaje es inteligible para el común de las personas y en ese sentido a mí me parece que se parece mucho al discurso de Jesús. Jesús, en el Evangelio, en sus parábolas y en sus discursos, parte de la experiencia de la vida cotidiana, de la vida familiar, laboral, es decir, emplea metáforas, parábolas tomadas de la vida cotidiana y eso permite que la gente le entienda perfectamente. Algo parecido pasa con el Papa, que su discurso está lleno de frescura y es entendido por el común de las personas.

-¿Se ha traído de Roma algún propósito de enmienda que aplicar a su servicio pastoral?

Bueno, todos tenemos que convertirnos y mejorar, sobre todo en este tiempo de Cuaresma. Tal vez a mí lo que más me ha impresionado de los consejos que nos dio el Papa es la pastoral de la escucha. La gente necesita ser escuchada, hay mucha gente que no tiene con quien desahogarse o a quién pedir un consejo. Y luego la pastoral de la cercanía, la cercanía a todos, a los niños, a los jóvenes, a los adultos, especialmente a los ancianos y a los enfermos. El Papa nos dijo que la cercanía a nuestros fieles, el visitarles en sus casas, el encontrarles en la calle es como el octavo sacramento, es decir, un medio valiosísimo para anunciar el mensaje de Jesús.


-El Papa también emplazó a los obispos de Andalucía a cuidar de las cofradías.

Sí. Hablamos de la importancia que tiene en nuestra tierra el mundo de las hermandades y cofradías. Yo tuve ocasión de intervenir para explicar al Papa que para muchos andaluces su pertenencia a las hermandades y cofradías es un camino de vida cristiana, una escuela, un modo peculiar de vivir su fe. El Papa conoce bien la religiosidad popular porque es latinoamericano y la religiosidad popular está omnipresente en la vida de las Iglesias de América Latina. Él nos dijo que cuidáramos de estas manifestaciones de la piedad popular y de las hermandades y cofradías porque son un valioso instrumento también para el encuentro de los cristianos con Dios.

-Y de Roma a Madrid. ¿La elección de monseñor Blázquez como presidente de la Conferencia Episcopal abre un nuevo camino en esta institución?

Bueno, yo no… Las diferencias entre nosotros son de matiz, son muy accidentales. Yo estos días he leído que lo más parecido a un obispo es otro obispo. Entonces, la diferencia entre el cardenal Rouco y monseñor Blázquez es una diferencia accidental. Los dos son hombres de Iglesia, los dos aman a Jesucristo, los dos profesan la fe verdadera. Puede haber pequeños matices de talante, de estilos, pero no se trata de unos cambios, de unos giros copernicanos que nadie debe esperar.

-A veces también el mensaje que se lanza es importante.

Bueno, el mensaje yo creo que va a ser el mismo. No va a cambiar sustancialmente…

-Me refería a la forma de transmitir el mensaje…

La forma de transmitir el mensaje puede ser importante. De todas formas quiero romper una lanza a favor del cardenal Rouco porque me parece que su figura en estos días y desde hace tiempo ha sido demonizada. Yo lo conozco en profundidad porque fui secretario de la Conferencia Episcopal en tres años de su presidencia y conozco su bondad, su altísima preparación, su amor a Jesucristo y a la Iglesia. Vive pobremente, con mucha sencillez y es un hombre muy cercano.

-Cinco años ya en Sevilla, monseñor…

Cinco años en Sevilla, de los que cuatro y pico son como arzobispo residencial. Sí.

-¿Se ve cumpliendo los 75 años en esta sede?

Sí. Yo creo que me jubilaré, si Dios quiere, en Sevilla, y bueno, pues espero que algún día me entierren también en la Catedral de Sevilla.

-Hay quien le coloca, sin embargo, en el Arzobispado de Madrid.

Bueno, pues eso son especulaciones sin fundamento. Yo no tengo ningún dato para pensar que esa circunstancia pueda producirse. Yo creo que a estas alturas de mi vida empezar un nuevo servicio episcopal en otra diócesis sería muy duro para mí. Un nuevo traslado, empezar a conocer gente… Por otra parte, estoy contento en Sevilla y todo hace pensar que voy a seguir en Sevilla hasta mi jubilación.

-Hablamos de la actualidad cuaresmal y cofradiera. ¿Se ha escandalizado con los últimos episodios vividos en el Consejo?

Bueno, pues a mí todo lo que signifique quiebra de la comunión y de la unidad me produce hasta malestar físico y desde luego me produce escándalo. Bien, yo alguna vez he dicho que los peores enemigos de las hermandades son los propios cofrades, en ocasiones. Yo creo que cuando hay diferencias y se trasladan al exterior, sobre todo a los medios de comunicación social, se hace un mal servicio a la piedad popular, al mundo de las hermandades y cofradías, porque se les desacredita y se hace también un daño grande a la Iglesia. Por eso yo creo que tendríamos que evitar con todas nuestras fuerzas que existieran entre nosotros grandes disputas, grandes encontronazos y, desde luego, habría que evitar que se traslucieran al exterior, aunque sea a costa de los mayores sacrificios.

-¿Cree reprobable moralmente que se coloquen a familiares o se utilicen a miembros del propio Consejo como proveedores de la institución?

Yo no tengo datos en este sentido. No sé si esa acusación tiene fumus veritatis, si tiene sustancia, si es objetiva. De cualquier forma, claro, todo lo que signifique falta de transparencia pues es reprobable.

-¿Quizás sea el momento para adelantar elecciones o, por el contrario, cree que este Consejo debe terminar su mandato?

Mire yo no debo meterme en políticas. Debo respetar la decisiones de estas instituciones que son eminentemente laicales. Yo no quiero ser un cacique o hacer una alcaldada. Yo debo respetar la andadura de estas instituciones. Solamente en el caso de que hubiera abusos en el campo de la doctrina o de la moral, a lo mejor yo tendría que intervenir. Pero no es el caso.

-Se están preparando una nuevas Normas Diocesanas para Hermandades y Cofradías. ¿Qué persiguen y qué novedades incorporan?

Bueno, la sociedad cambia, la Iglesia cambia. Las normas tratan de acomodarse a las nuevas circunstancias. A veces se detectan fallos o lagunas en la legislación eclesiástica sobre este particular. Lo que buscamos es rellenar esas lagunas y adaptar las normas a las nuevas circunstancias. No tengo ahora muy presente el proyecto. Es un trabajo más de mis colaboradores. Prefiero no entrar en la pormenorización concreta de las normas que se van a cambiar.

-¿Usted cree, con su delegado diocesano de Hermandades, que las aportaciones de las cofradías al Fondo Común Diocesano son insuficientes?

Yo creo que hay muchas hermandades que cumplen loablemente este precepto. Pero hay otras, muchísimas, la mayor parte, que no lo cumplen, como tampoco cumplen el precepto de presentar las cuentas anuales a la administración diocesana para su visado. Yo aprovecho esta circunstancia para pedir a las hermandades que cumplan aquello que está preceptuado.

-¿Han superado ya las hermandades ese déficit de eclesialidad que usted atisbó en cierta ocasión?

Bueno, yo quiero decir que en estos cuatro años y medio no he dejado de insistir en la verdadera identidad de las hermandades y cofradías, superando la tentación de reducirlas simplemente a sus aspectos culturales, sentimentales, folklóricos o costumbristas. Yo he tratado de desentrañar la esencial dimensión religiosa de estas instituciones como escuelas de vida cristiana y caminos de vida interior, de formación, de servicio a los pobres y de apostolado. Tengo la impresión de que los cofrades me van entendiendo. No estoy descontento de la respuesta de los cofrades en general, tanto en la capital como en los pueblos. Voy a seguir insistiendo en todo ello, porque me parece que es el mejor servicio que yo puedo prestar a las hermandades.

-¿Y qué le parece que una de las mayores controversias que se ha generado en estos días haya sido el que una hermandad decidiera unilateralmente tirar por una calle sin permiso del resto de la jornada?

Bueno, yo no estoy muy enterado de estas cosas, ni tampoco es un tema que me quite el sueño si van por una calle o van por otra. Lo que sí pido a las hermandades es que den testimonio de comunión y de unidad y que no nos sometan a estos espectáculos que a veces tenemos que soportar de conocer sus diferencias y sus enfrentamientos, cosa que les perjudica a ellas, porque les desacredita ante la opinión pública, y desde luego, perjudica también y desacredita a la Iglesia.

-El Arzobispado parece haber inaugurado una nueva política en la concesión de coronaciones. Nada de coronas de oro…

El Arzobispado no ha variado la política de coronaciones, no. Yo creo que las coronaciones no se pueden multiplicar hasta el infinito porque entonces también se desvalorizan. Creo que en estos momentos hay tres coronaciones previstas hasta el año 2016 o 2017 a razón de una coronación por año, más o menos: María Auxiliadora de Alcalá de Guadaíra, después la Soledad de Castilleja y probablemente la Paz en Sevilla, pero más adelante, desde luego antes de que yo me jubile.

-Pero sin coronas de oro…

Bueno, pues a mí la verdad es que los dispendios en esta coyuntura que estamos viviendo me parecen un disparate cuando hay tantas necesidades. Yo no tengo nada contra los joyeros, los artesanos de la plata y el oro, pero cuando hay tantas necesidades, tantas carencias, tanto sufrimiento y tanto dolor en nuestra propia diócesis, tratar de buscar una corona de oro pues me parece sencillamente exagerado.

-¿Qué le parece que el Ayuntamiento haya descubierto un filón turístico en la Cuaresma sevillana?

Bueno, pues… no me parece mal si de la Cuaresma sevillana se pueden obtener beneficios económicos para la ciudad sobre todo en estos momentos difíciles para tantas familias. Bueno, a mí en general este tipo de iniciativas no acaban de entusiasmarme, pero las respeto. Antes o después desembocan en una cierta secularización de la Cuaresma y de la Semana Santa.

-¿Ha celebrado alguna vez una misa en un sitio tan monumental como la Plaza de España?

No he celebrado ninguna misa en un sitio tan hermoso, tan monumental como la Plaza de España de Sevilla. Espero celebrarla el 31 de mayo con toda alegría, con toda ilusión y espero también que el Señor me conceda celebrara con mucho fervor. Es la plaza que diseñó y construyó el bisabuelo de mi secretario, Aníbal González, bisabuelo de Borja Núñez, mi secretario.

-Esos días Sevilla, a buen seguro, será un hervidero. Una semana completa para disfrutar de la Esperanza en la Catedral, en la Plaza de España y en el recorrido de vuelta a la Basílica…

Todo lo que sea exaltar la devoción a la Virgen, propiciar el encuentro de la gente con la Virgen a mí me parece estupendo. La Virgen ocupa un lugar central en el misterio de Cristo y el misterio de la Iglesia, y debe ocupar también un lugar de privilegio en nuestro corazón. Si la hermandad de la Esperanza Macarena lo consigue yo les aplaudiré y me alegraré.

-¿Siguió de cerca las elecciones en la hermandad de la Macarena?

Estoy más o menos enterado.

-¿Le merecen algún comentario?

Yo respeto la voluntad popular. Alguna cosa no me gustó, como esos aplausos o esas manifestaciones de júbilo dentro de la Iglesia como si se trata de la nominación de un presidente de los Estados Unidos. No me encantó. Los recintos sagrados deben ser siempre respetados como lugar de oración, como la morada de Dios entre nosotros, y esos excesos tendríamos que evitarlos.

-¿Cuándo podría abrirse Santa Catalina nuevamente al culto?

Yo calculo que más o menos dos años. Las obras van a empezar la semana que viene; van a empezar por el exterior y al mismo tiempo por las excavaciones arqueológicas. Va a depender también de lo que nos encontremos en el subsuelo. Si encontramos cosas interesantes puede que la obra se retrase. Si no encontramos nada digno de conservar o de mostrar, las obras irán más rápidas. La pretensión es que las dos fases se realicen sin solución de continuidad, es decir, sin cortes ni etapas intermedias.

-Este año un párroco de Sevilla, el de San Lorenzo, rechazó dar el pregón de la Semana Santa

Bueno, yo respeto, y le alabo casi la decisión porque tal y como concebís en Sevilla los pregones yo lo considero extraordinariamente difícil. Yo tampoco veía mucho a don Francisco de los Reyes en ese atril. Le quiero mucho y le tengo mucho aprecio como sacerdote bueno, entregado y generoso, pero no sé si su perfil es el de pregonero de la Semana Santa sevillana.

-Pues a lo mejor algún día le llega a usted el ofrecimiento…

No. Podéis estar seguros de que yo nunca aceptaré. No. Yo soy castellano viejo. No me siento dotado en absoluto para una tarea semejante.

-Una última pregunta. ¿Ve a su Atlético de Madrid más cerca de ganar la Liga o la Champions?

Pues a mí me gustaría que al menos uno de los dos títulos lo pudiera obtener. Lo que sí quiero decir es que llevamos tres años en los que los partidarios del Atlético de Madrid estamos disfrutando mucho. Ya era hora.









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