Los ocho jóvenes que este año incensarán los pasos de la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Vera Cruz, Jesús Preso y Nuestra Señora de los Dolores ya demostraron la noche del viernes sus conocimientos sobre cómo hay que dar un 'golpe'. Así es como se denomina a las danzas y 'sátiras', o saetas, que las 'corrías' de incensarios ofrecen a los pasos de su hermandad en diferentes puntos del itinerario procesional.
Los 'blancos', que es la 'escuela' de los incensarios lojeños, daban así sus primeros 'golpes' no en la calle sino en el Pósito, donde se han presentado los nuevos trajes de la corría de la Santa Vera Cruz, que ha diseñado el prestigioso modisto malagueño Ángel Palazuelos. "Reconozco que me interesó desde el principio. Sabía que no iba a inventar nada nuevo porque esta indumentaria tiene una tradición de siglos detrás, pero hemos usado los mejores materiales a nuestro alcance para conseguir aunar la carga histórica de estas ropas y ese matiz de 'uniformidad' que los caracteriza", describió este conocido diseñador de trajes de novia. Palazuelos, acompañado por su equipo de modistas, presenció la exposición de los trajes que él mismo ha cosido agradecido por el trabajo encomendado. "Desde aquí abrazo a la ciudad de Loja por permitirme desarrollar mi creatividad en algo tan importante para ella", aseguró satisfecho.
La 'corría' de los incensarios 'blancos' es la única que no puja por tener el privilegio de acompañar a los tronos de su cofradía, como sí ocurre en los once grupos de incensarios del resto de hermandades lojeñas. Por eso sus incensarios son jóvenes que tienen la oportunidad de pertenecer a este selecto grupo de cofrades, sin tener que disponer de medios económicos propios para participar en esa puja. Ángel López, vestidor de la Santa Vera Cruz, agradeció al modisto su "extraordinaria labor de recuperación del traje original, para lo cual ha tenido durante meses su taller empapelado de documentos gráficos de estos ropajes históricos". Los trajes de los incensarios blancos, los primeros de los que se tiene documentación, aparecen reflejados en escritos de 1765 y han sido objeto de descripciones pormenorizadas de autores como Emilia Pardo Bazán, tal y como recordó el albacea de la cofradía Juan Carlos Gómez.