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miércoles, 26 de marzo de 2014

Sevilla: El hombre que contaba nazarenos


En el mundo de las cofradías, hay claves y debates que sirven de guasa a quienes no son capillitas. A partir de ahí se inventan teorías equivocadas, como que los males de Sevilla son culpa de los cofrades retrógrados y cavernícolas, en la ignorancia de que todos no son así, y la mayoría causan mucho bien a la ciudad. Pero es cierto que algunas cuestiones del mundo cofradiero son incomprensibles, por definición. Pasa con buena parte de lo relacionado con la organización y modificaciones de la Semana Santa. Como si no hubiera cambiado nada desde el cardenal Niño de Guevara en adelante. 

Carlos Bourrellier, desde que se quedó como presidente del Consejo, se está convirtiendo en un especialista que unos días baja y otros sube las escaleras de las gradas de la Catedral, a modo de gallego franciscano. Ahí la tenemos organizada con la reforma de la Madrugada, que los más optimistas sitúan hacia 2015. Se han esgrimido multitud de teorías y de planteamientos, desde dejarlo todo como está, hasta montar una revolución que se dirima con la espada votiva de San Antonio Abad, o a ciriazos por las esquinas de la Magdalena. No faltan optimistas que son partidarios de ponerlo todo al revés, y empezar la carrera oficial en la Catedral y terminar en la Campana (¿a qué horas serían esas entradas triunfales?). Por no hablar de que se considera pecado mortal (causa quizá de excomunión) que la Macarena pase por la Alfalfa o los Gitanos por la Alameda. Y si la Esperanza de Triana va por Murillo, en vez de por Rioja, es como la anexión de Crimea en términos cofradieros. Yo te la di, yo te la quité. 

Pero lo peor de todo es la hostilidad existente para grabar los vídeos de nazarenos en la Campana. Parece que contar nazarenos es un ataque a la soberanía de las cofradías. Más que una afrenta, es una ridiculez. Tener a unos hombres (o mujeres) contando nazarenos confirma que aquí nadie se fía de nadie. Las cofradías saben con precisión el número de papeletas de sitio y el número de nazarenos del Cristo y de la Virgen. Bastaría con remitirlo al Consejo. Se supone que dirán la verdad. 

Algunas cofradías incluso lo publican en sus boletines. Así se aprecian curiosidades sobre la evolución en los últimos años. Por ejemplo, en el Silencio han aumentado entre 2011 y 2013 (en 2012 superó los 1.000 nazarenos por primera vez), después de tenerlos estabilizados entre 1994 y 2010 (en torno a 800). Es un ejemplo de las cofradías que están teniendo un repunte positivo en esta década, después del boom de los 80 y primeros años 90, y de dos décadas posteriores en las que no crecían, o incluso disminuían. 

Todo eso se puede analizar con normalidad. Sin necesidad de que el hombre que contaba nazarenos parezca una versión del hombre del saco, o el ogro del Consejo.













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