La hermandad de la Virgen de
Consolación de Utrera ha entregado recientemente un regalo muy especial a la
hermandad de la Esperanza Macarena de Sevilla. Al igual que la Virgen de
Consolación porta un espléndido «barquito» y cristal de roca, la Virgen de La
Macarena también luce ahora una pieza, inspirada en este galeón de oro, que ha
sido regalada por la corporación utrerana.
Consolación y La Macarena fueron
dos vírgenes coronadas canónicamente en el año 1964, por lo que en el presente
2014 están celebrando ambas devociones el medio siglo de su coronación y sendos
años jubilares. Las dos hermandades se sintieron muy cerca en el año 1964, y
ahora, cincuenta años después, vuelven a estar muy unidas.
El barquito de la Virgen de
Consolación, un magistral perfumero que recoge a la perfección el diseño de una
nao, es quizás el elemento más característico de la patrona de Utrera. Por
ello, la corporación utrerana ha encargado a un orfebre esta especie de réplica
del barquito, que ha sido diseñada por Telmo Sánchez, miembro de la Junta de
Gobierno de la hermandad de la Virgen de Consolación.
El barquito que ha sido ofrecido
a la hermandad sevillana cuenta con la inscripción de las palabras Esperanza y
Consolación, junto con las fechas 1964-2014. Ha sido realizado con 80 gramos de
oro de 18 kilates. El regalo era entregado el pasado sábado en el templo de La
Macarena, donde estuvo presente el simpecado de la hermandad de la Virgen de
Consolación y donde estuvieron presentes miembros de la junta de gobierno de la
hermandad utrerana. El barquito se encuentra en el fajín que lleva la Virgen.
El caso de Consolación es ciertamente
llamativo, ya que la localidad de Utrera se convirtió en un punto estratégico
en los siglos XVI y XVII. Utrera era una parada obligada para todas aquellas
caravanas que hacían la ruta por tierra, que unía el puerto de Sevilla con los
puertos gaditanos, de donde zarpaban las embarcaciones para realizar la gesta
que suponía surcar el océano Atlántico. Un momento histórico en el que toda la
zona se beneficia del comercio con las Indias, y en el que el santuario de
Consolación se convierte en un lugar al que acudían muchos marineros para
encomendarse a los designios de la patrona de Utrera.
Estos mismos marineros que rezaban a la Virgen
de Consolación antes de partir hacia el Nuevo Mundo, fueron los que divulgaron
la devoción a la Virgen en los países americanos, una devoción que hoy después
de varios siglos, todavía sigue viva. Y es ese barquito que la Virgen de
Consolación porta en su mano, uno de los elementos que permiten rastrear la
tradición marinera de la Virgen.