En 2012,
se cumplía el cincuentenario de una marcha procesional que pocos conocen, y que
no por ello es menos bella y digna de elogio: “Ntra. Sra. Del Socorro”. Una
composición firmada por Pedro Gámez Laserna en 1962 y dedicada a la Virgen del
Socorro, Dolorosa de la cofradía del Amor, del Domingo de Ramos sevillano.
Gámez Laserna pasó a la historia
de la música procesional por un nutrido repertorio de marchas, donde
precisamente el músico no abusó de ningún modelo ni tipo de marcha. Desde su
primera, hasta la última, podemos advertir rasgos muy distintos, con ciertos
denominadores comunes, pero en definitiva con características muy contrastadas.
De tal forma, que el mismo compositor sentó cátedra en determinados tipos de
marchas, como ésta que nos ocupa.
Los primeros años de Gámez al
frente de la Banda del Soria 9, se corresponden con uno de los períodos más
prolíficos. Al poco de llegar al frente de esta legendaria formación, firmó
partituras tan célebres como “Pasa la Virgen Macarena”. En 1961 compone “María
Stma. del Subterráneo”, y al año siguiente “Ntra. Sra. Del Socorro”. Ambas
están emparentadas, guardan evidentes similitudes, tanto en su estructura como
en su desarrollo.
Podemos aseverar que ambas se
incardinan en un tipo de marcha que Gámez cultivó de forma magistral,
apoyándose en su mágico contrapunto y en su refinada técnica armónica, para
construir marchas procesionales en las que el cariz lúgubre y alegre se daban
la mano; se sucedían, se ligaban con total naturalidad y espontaneidad. El
cénit de ambas composiciones corresponde con una frase brillante irrumpida por
las cornetas en tono mayor, y en ambas se sucede una sección contrastante en
forma de trío donde la melodía se acoge a una dinámica muy diferente.
En “Ntra. Sra. Del Socorro” Gámez
Laserna saca a relucir una técnica que no se prodiga mucho en las marchas
procesionales: la fuga. El mismo compositor ya la usó de una forma explícita, y
en otras más difusa, principalmente en su etapa cordobesa, en obras como la suite
“Impresiones cordobesas” o la marcha “Saeta Cordobesa”. El compositor jiennense
la introduce de forma magistral, digna de todo un maestro, perfecto dominador
de las técnicas contrapuntísticas. A modo de síntesis, la fuga es un modo de
polífonía entre varias voces, que se basa en la imitación de melodías, de forma
que las distintas líneas instrumentales acometen la melodía de forma
escalonada.
El esqueleto de la marcha se
corresponde con una disposición en dos secciones claras: una primera, que
engloba la introducción en fa menor, exposición del primer tema, que deriva en
do menor y que termina con la irrupción de las cornetas, en do mayor,
desembocando en un final conclusivo; otra segunda, radicalmente distinta, en
forma de trío, en la bemol mayor. Podemos llegar a afirmar que hay una marcha
desde su principio hasta la frase jubilosa de las cornetas, y otra bien
distinta desde aquí hasta su final.
Esta marcada dualidad ya
aparecía, como decíamos, un año antes en María Stma. del Subterráneo.
En la introducción Gámez
introduce la parte fugada. De una forma sutil y natural, se van incorporando
los distintos grupos instrumentales, en cuatro entradas diferentes, en las que
se expone el tema principal que se desarrollará en lo sucesivo. Nótese aquí
también el importante papel de la caja, con un modo de percutir que recuerda
bastante a la marcha del mismo autor “Salve Regina Martyrum”. En la exposición
del tema, cuando todos los instrumentos se han incorporado, se usa el motivo
fundamental de la fuga, que evoluciona tímbricamente, confrontándose entre
maderas y metales en distintas expresiones y dinámicas. Como era habitual en
Gámez, este discurso musical evoluciona de una forma natural, en una línea
evolutiva claramente ascendente que lleva directamente a la explosión triunfal
y castrense de las cornetas, en modo mayor, donde la marcha alcanza su más alto
grado de expresión.
Cuando todo parece haber
terminado, cuando podríamos decir que ese final conclusivo destacado deja un
sabor inmejorable, aparece el trío final, la sección ideal en la que Gámez deja
atrás su idea de tensionar la música, para trazar una melodía reposada y
acompasada sobre un acompañamiento y un colchón armónico mucho más sencillo.
Una frase de dulzura, entre dolor y resignación, que descansa en la habitual
sensibilidad del maestro para hacer melodías de profundo lirismo y sentimiento.
“Ntra. Sra. Del Socorro” no es la
marcha más conocida de Gámez, ni siquiera de las más conocidas. Engrosa el
corpus de marcha que todo un maestro del género, eso sí, y además ocupa un
lugar destacado en su evolución como compositor de este estilo, en una época
muy determinada e importante por su papel como director de banda militar.
Una composición de tan grandísima
elegancia y buen gusto, bien merece haber tenido una difusión mucho más amplia;
un reconocimiento mayor; un apego más fuerte por parte de los miembros de la
cofradía a la que está dedicada, y una atención por supuesto mayor por parte de
las distintas formaciones musicales.
Pocas hoy día pueden presumir de
haberla tocado. La Banda Municipal de Sevilla, que protagonizó una especie de
reestreno en 1994 con la dirección de José Albero; las Cigarreras, que como
banda que acompaña al palio de la Virgen del Socorro la toca cada Domingo de
Ramos, desde hace unos años; la banda de música del Círculo Cultural Calíope de
Fernán Núñez de Córdoba, o la banda Virgen de las Angustias de Sanlúcar la
Mayor.
Tan sólo ha sido grabada una sola
vez, por la banda de música de las Cigarreras en su disco “Las Cigarreras”, del
año 2000.
En resumen, en este año de su
cincuentenario, bien merecía esta marcha el espacio necesario para ser
brevemente referida, aunque fuera en este programa. Su calidad, la maestría con
la que está hecha, la sección fugada (que pocas marchas en la historia han
incorporado de una forma tan notable), la contraposición entre el modo menor y
el mayor de una forma tan excepcional, y la melodía perfectamente ideada, bien
merecen más atención y dedicación por parte de todos.
Gámez Laserna no solamente fue
aquel gran hombre y músico que dejó para la posteridad partituras inmortales
como “Saeta cordobesa” o “Pasa la Virgen Macarena”, sino que también firmó
obras de la enjundia y calidad de “Ntra. Sra. Del Socorro”, un capricho en
forma de marcha, una joya musical de nuestra Semana Santa.