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miércoles, 21 de mayo de 2014

Pauta Musical: Ntra. Sra. del Socorro de Gámez Laserna



En 2012, se cumplía el cincuentenario de una marcha procesional que pocos conocen, y que no por ello es menos bella y digna de elogio: “Ntra. Sra. Del Socorro”. Una composición firmada por Pedro Gámez Laserna en 1962 y dedicada a la Virgen del Socorro, Dolorosa de la cofradía del Amor, del Domingo de Ramos sevillano.

Gámez Laserna pasó a la historia de la música procesional por un nutrido repertorio de marchas, donde precisamente el músico no abusó de ningún modelo ni tipo de marcha. Desde su primera, hasta la última, podemos advertir rasgos muy distintos, con ciertos denominadores comunes, pero en definitiva con características muy contrastadas. De tal forma, que el mismo compositor sentó cátedra en determinados tipos de marchas, como ésta que nos ocupa.

Los primeros años de Gámez al frente de la Banda del Soria 9, se corresponden con uno de los períodos más prolíficos. Al poco de llegar al frente de esta legendaria formación, firmó partituras tan célebres como “Pasa la Virgen Macarena”. En 1961 compone “María Stma. del Subterráneo”, y al año siguiente “Ntra. Sra. Del Socorro”. Ambas están emparentadas, guardan evidentes similitudes, tanto en su estructura como en su desarrollo.

Podemos aseverar que ambas se incardinan en un tipo de marcha que Gámez cultivó de forma magistral, apoyándose en su mágico contrapunto y en su refinada técnica armónica, para construir marchas procesionales en las que el cariz lúgubre y alegre se daban la mano; se sucedían, se ligaban con total naturalidad y espontaneidad. El cénit de ambas composiciones corresponde con una frase brillante irrumpida por las cornetas en tono mayor, y en ambas se sucede una sección contrastante en forma de trío donde la melodía se acoge a una dinámica muy diferente.

En “Ntra. Sra. Del Socorro” Gámez Laserna saca a relucir una técnica que no se prodiga mucho en las marchas procesionales: la fuga. El mismo compositor ya la usó de una forma explícita, y en otras más difusa, principalmente en su etapa cordobesa, en obras como la suite “Impresiones cordobesas” o la marcha “Saeta Cordobesa”. El compositor jiennense la introduce de forma magistral, digna de todo un maestro, perfecto dominador de las técnicas contrapuntísticas. A modo de síntesis, la fuga es un modo de polífonía entre varias voces, que se basa en la imitación de melodías, de forma que las distintas líneas instrumentales acometen la melodía de forma escalonada.

El esqueleto de la marcha se corresponde con una disposición en dos secciones claras: una primera, que engloba la introducción en fa menor, exposición del primer tema, que deriva en do menor y que termina con la irrupción de las cornetas, en do mayor, desembocando en un final conclusivo; otra segunda, radicalmente distinta, en forma de trío, en la bemol mayor. Podemos llegar a afirmar que hay una marcha desde su principio hasta la frase jubilosa de las cornetas, y otra bien distinta desde aquí hasta su final.

Esta marcada dualidad ya aparecía, como decíamos, un año antes en María Stma. del Subterráneo.

En la introducción Gámez introduce la parte fugada. De una forma sutil y natural, se van incorporando los distintos grupos instrumentales, en cuatro entradas diferentes, en las que se expone el tema principal que se desarrollará en lo sucesivo. Nótese aquí también el importante papel de la caja, con un modo de percutir que recuerda bastante a la marcha del mismo autor “Salve Regina Martyrum”. En la exposición del tema, cuando todos los instrumentos se han incorporado, se usa el motivo fundamental de la fuga, que evoluciona tímbricamente, confrontándose entre maderas y metales en distintas expresiones y dinámicas. Como era habitual en Gámez, este discurso musical evoluciona de una forma natural, en una línea evolutiva claramente ascendente que lleva directamente a la explosión triunfal y castrense de las cornetas, en modo mayor, donde la marcha alcanza su más alto grado de expresión.

Cuando todo parece haber terminado, cuando podríamos decir que ese final conclusivo destacado deja un sabor inmejorable, aparece el trío final, la sección ideal en la que Gámez deja atrás su idea de tensionar la música, para trazar una melodía reposada y acompasada sobre un acompañamiento y un colchón armónico mucho más sencillo. Una frase de dulzura, entre dolor y resignación, que descansa en la habitual sensibilidad del maestro para hacer melodías de profundo lirismo y sentimiento.

“Ntra. Sra. Del Socorro” no es la marcha más conocida de Gámez, ni siquiera de las más conocidas. Engrosa el corpus de marcha que todo un maestro del género, eso sí, y además ocupa un lugar destacado en su evolución como compositor de este estilo, en una época muy determinada e importante por su papel como director de banda militar.

Una composición de tan grandísima elegancia y buen gusto, bien merece haber tenido una difusión mucho más amplia; un reconocimiento mayor; un apego más fuerte por parte de los miembros de la cofradía a la que está dedicada, y una atención por supuesto mayor por parte de las distintas formaciones musicales.

Pocas hoy día pueden presumir de haberla tocado. La Banda Municipal de Sevilla, que protagonizó una especie de reestreno en 1994 con la dirección de José Albero; las Cigarreras, que como banda que acompaña al palio de la Virgen del Socorro la toca cada Domingo de Ramos, desde hace unos años; la banda de música del Círculo Cultural Calíope de Fernán Núñez de Córdoba, o la banda Virgen de las Angustias de Sanlúcar la Mayor.

Tan sólo ha sido grabada una sola vez, por la banda de música de las Cigarreras en su disco “Las Cigarreras”, del año 2000.

En resumen, en este año de su cincuentenario, bien merecía esta marcha el espacio necesario para ser brevemente referida, aunque fuera en este programa. Su calidad, la maestría con la que está hecha, la sección fugada (que pocas marchas en la historia han incorporado de una forma tan notable), la contraposición entre el modo menor y el mayor de una forma tan excepcional, y la melodía perfectamente ideada, bien merecen más atención y dedicación por parte de todos.

Gámez Laserna no solamente fue aquel gran hombre y músico que dejó para la posteridad partituras inmortales como “Saeta cordobesa” o “Pasa la Virgen Macarena”, sino que también firmó obras de la enjundia y calidad de “Ntra. Sra. Del Socorro”, un capricho en forma de marcha, una joya musical de nuestra Semana Santa.


 





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