La ciudad era atractiva para el
dinamitero y el pistolero. Sevilla había sido elegida como bolsa política y en
ella invirtieron, con intereses desestabilizadores, los enemigos de la
República. La revolución de la izquierda más radical pasaba por convertirnos en
la migraña política de Madrid. El gobierno tenía que sufrir dolores
interminables de cabeza por culpa de la jaqueca sevillana. Asesinatos, huelgas,
miedo social, venganzas sindicales, acoso a la católicos, quema de iglesias...
De abril del 31 a abril del 32 Sevilla sumó siete gobernadores. Todos ellos
víctimas de la intensidad política local. Si querías arruinar la carrera
prometedora de algún político no tenías más que enviarlo a Sevilla. Aquí perdería
para siempre su prestigio.
Dos semanas después de que en
Sevilla se celebrara el IV Congreso del Partido Comunista de España y de que
buena parte de la ciudad viviera con frustración la suspensión de la Semana
Santa, se produce, en la madrugada del ocho de abril, la quema de la iglesia de
San Julián y la carbonización de la Hiniesta. Una notable joya religiosa,
sentimental e imaginera del siglo XIV. Dos homosexuales, la Pinocha y la Bizca,
fueron los autores materiales de tan descomunal salvajada. Pero, como en el
asesinato de Kennedy, jamás se supo quién estuvo detrás de tan abominable
crimen. Ochenta y dos años después, muchos sevillanos esperan aún, como invoca
la memoria histórica, una reparación de aquella brutalidad.
Pepe Díaz, entonces máximo
responsable del PCE, cuando se entera de los terribles sucesos de San Julián,
se duele por el alcance político de los mismos y llega a decir cosas como
estas: «En Sevilla es un error vincular la revolución proletaria a la lucha contra
las cofradías». O esto otro: «una cosa es la Iglesia romana y otras las
hermandades de barrio». Hay quien sostiene que aquella campaña incendiaria y
anticlerical estuvo pergeñada por Moscú y puesta en escena en Sevilla a través
de sus agentes. Lamentablemente nunca se investigaron los hechos y en ese
asunto, como en el citado de Kennedy, Sevilla echa en falta un riguroso trabajo
como el que hizo en su día Oliver Stone con la película JFK.
Nuestras fuentes, cien por cien
macarenas, nos alcanzan el acuerdo de la Junta de Gobierno de la Hermandad que,
justo un mes después de la destrucción de San Julián, el 8 de mayo, decide
retirar del culto la imagen de la Virgen «ante los sucesos que venían
ocurriendo de carácter anticlerical». La agitación promovida desde Moscú para
ir contra la religión y sus iconos más enraizados en el corazón sentimental de
Sevilla, lejos de menguar incrementaba su intensidad y, en la calle, estaba que
la próxima en caer debía de ser un símbolo grande entre los grandes de la fe popular
sevillana. Un golpe mortal que convirtiera en cenizas su carácter sobrenatural
y la capacidad de cohesión entre sevillanos de clases diferentes y mentalidades
opuestas. Ese símbolo era la Macarena.
Circularon tumores de quema y
revancha por determinados canales políticos y vecinales del barrio. Rumores de
fuego para acabar con la Virgen. Y estos rumores llegaron hasta los oídos del
hermano mayor de la hermandad, Manuel Aguilar Luque. No sabemos nada ni de la
procedencia del chivatazo ni de cuándo llega a San Gil. Pero en cualquier caso,
ese chivatazo salvador, tal vez inspirado por el Espíritu que acompaña siempre
a la Hermandad en sus horas más agónicas y difíciles, debió de proceder de
alguien que pensaba como Pepe Díaz. Alguien cercano a la orilla donde las aguas
turbulentas de la revolución se encontraban con la tierra firme de la sensatez
política. El caso es que Manuel Aguilar puso en aviso al prioste y vestidor de
la Virgen, Manuel Camero Díaz. Había que salvar a la Macarena.
Era el 8 de mayo de 1932. Dónde
buscarle un lugar seguro y libre de temores en un barrio como aquel donde la
revolución tenía su apoyo y seguidores. Dónde esconder a la Vecina, como con
cariñosa cercanía la llamaban y la siguen llamado los macarenos del barrio. En el
31 de la calle Escoberos vivía, en una casa de vecinos, la señora Victoria
Sánchez, limpiadora de San Gil. Un corral donde, seguramente, muchos como Pepe
Díaz, condenaron la quema de iglesias y entendieron, como Nuñez de Herrera, que
«el postrer nazareno se descalza las sandalias y las envuelve en el último
número de El Socialista...». En aquel corralón de lavaderos y servicios
comunes, entró la Macarena envuelta, probablemente, en una manta tosca de
mudanzas. Sin lluvia de rosas ni música triunfal. Escondida. Camuflada. Para
alojarse en una humildísima habitación de severas condiciones. Quizás un
espacio de no más de veinte metros cuadrados, de paredes desconchadas, cocina
de carbón, camilla de cisco y una cama bendecida, en el cabecero, por un
almanaque del Corazón de Jesús. Del altar de la gloria de San Gil a la casa de
vecinos de una humilde y valiente limpiadora. Debió recordar la Señora las
horas interminables de la huida a Egipto...
Las horas que la Macarena estuvo
en casa de la señora Victoria son para rememorarlas. A solas ambas mujeres. ¿De
qué hablaron? ¿Qué se dijeron? ¿Qué angustias le transmitió Victoria a la
Vecina más guapa de San Gil? ¿Qué teología de mujeres dolientes y valerosas se
escribió en aquella casa con la caligrafía sencilla de los humildes? Victoria,
en un gesto de suprema cortesía, dispuso su cama para que la Macarena, la amiga
cercana perseguida por la locura del fanatismo moscovita, pasara una buena
noche. Ella se tendió en el suelo, a su vera. No sabemos cuándo salió la Macarena
del corral. Pero de allí se fue hasta la casa del prioste, Manuel Camero, en la
calle Lepanto 24. Y, posteriormente, a la de Pareja Muñoz, en la calle Méndez
Núñez 11.
A Victoria, cuando se jubiló, la
hermandad le respetó el sueldo, como una pensión vitalicia más un donativo de
quinientas pesetas del año 1955. No hay leyenda que asegure que la Macarena,
cuando ha pasado por Escoberos, lance una mirada estelar y agradecida sobre la
casa de su amiga Victoria. Pero si alguien me la cuenta estoy dispuesto a
creérmela de pe a pá...
Publicado en la revista Pasión en
Sevilla nº 6 (Abril / 2008)
Recordatorio La Macarena amplía el plazo para obtener papeleta de sitio para las salidas extraordinarias