«Mamá, quiero hacer la comunión».
A sus 9 años, Carlota Barrio ha repetido con tanta convicción esta petición a
su madre a lo largo de los últimos cursos que el próximo sábado 24 de mayo se
vestirá de blanco para recibir la Primera Comunión en la parroquia de Nuestra
Señora del Dolor del Colegio Fundación Caldeiro de Madrid. «Mira que no vas a
tener vestido, ni regalos, ni fiesta, que la harás con el uniforme del
colegio», le dije, pero aún así me contestó que sí y eso que sabe que lo que
digo lo cumplo», relata su madre Carolina Fernández.
A Carlota, como a su hermano
pequeño, no les bautizaron de pequeños. Su padre no es creyente y dejaron que
fueran ellos quienes tomaran su decisión más adelante cuando estuvieran
convencidos. Por eso, preguntaron en varias ocasiones a su hija, intentando que
no se dejara llevar por todo lo que rodea a la celebración. Un dato les llamaba
la atención: su mejor amiga no iba a recibir el sacramento. «Ha tenido todas
las opciones y ha elegido que sí. Ella la va a hacer convencida. Irá con un
vestido porque mi madre se lo regala, pero sabe que no va a tener regalos y que
solo nos vamos a ir la familia a comer, nada más», asegura Fernández.
El pasado enero fue bautizada
junto a otra docena de niños que, en su mayoría, han celebrado o celebrarán en
los próximos días su Primera Comunión. Fue el bautismo de niños de catequesis
más multitudinario de los últimos años en esta parroquia. Entre ellos se
encontraban Diego y Sofía, dos hermanos de 8 y 7 años que la harán el año que
viene y que tampoco fueron bautizados al nacer. «Queríamos dejarles a ellos la
decisión, así lo hicimos con su hermano mayor y lo haremos con el pequeño»,
dice Beatriz, su madre.
«Son experiencias nuevas que
están surgiendo alrededor de esta celebración», señala Juan Luis Martín
Barrios, director del Secretariado de Catequesis de la Conferencia Episcopal
Española, que explica cómo «con motivo de la Primera Comunión, niños que no
habían sido bautizados piden ahora el bautismo».
Cristianos contra pronóstico
En el caso de los adultos, tras
un proceso catequético reciben el bautismo, la comunión y la confirmación en
una misma celebración, a la que no acompaña el el boato social de las primeras
comuniones infantiles.
La Conferencia Episcopal no ha
cuantificado cuántos de los 250.000 niños que cada año reciben la Primera
Comunión han sido bautizados para ello poco antes. Solo que en 37 de las 69
diócesis fueron 1.269 niños en 2011. Ese mismo año y en esas mismas 37 diócesis
recibieron el bautismo 165 adultos «y se iniciaban en la fe otros 260 para 2012»,
señala Martín Barrios, quien advierte de que «el caso de adultos que no
recibieron la fe de sus padres y ahora la solicitan también está creciendo en
España». Según la Oficina de Estadística y Sociología de la Iglesia, un total
de 10.345 personas mayores de 7 años fueron bautizadas en 2011, 2.323 más que
en 2005.
Contra «tantos gastos superfluos»
«La Iglesia ha cuidado la
significatividad del sacramento, pero siempre ha procurado que fuera en la
sencillez y en la dignidad. Ha sido nuestra sociedad de consumo la que se ha
metido de lleno en las celebraciones sacramentales de la Primera Comunión,
igual que en las bodas», señala Martín Barrios, que se muestra contrario a
«tantos gastos superfluos». «Nos preocupa más, como preocupó siempre, que el
niño celebre lo que significa la Eucaristía, que sus padres y su familia le
acompañen en la celebración y que no haya dispendios económicos, sociales… más
aún en los tiempos de crisis», añade.
Los catequistas y sacerdotes
piden a los niños «que no se centren en los regalos y que a la vez sea un día
de poder compartir con los pobres». El dinero que dejan los padres en la
parroquia se destina fundamentalmente a ese fin vía Caritas, pero se intenta
que sea también un acto catequético para los niños. Por eso piden que los
propios menores entreguen una pequeña cantidad de lo que reciben a otros niños
necesitados «para que tomen conciencia de lo que significa la relación de
recibir la eucaristía y la caridad con los pobres», subraya Martín Barrios.
La decisión de los niños de hacer
la Primera Comunión se topa en ocasiones con la negativa de alguno de los
padres, sobre todo en los casos de separaciones o divorcios. «Nos llegan cartas
de padres separados que pretenden que no se les dé la comunión a sus hijos»,
relata el director del Secretariado de Catequesis, que explica cómo «si el
padre o la madre acompañan al niño que quiere hacer la comunión, la Iglesia no
puede negársela porque es un derecho del niño».
Para que un niño reciba la
Primera Comunión no es necesario que sus padres sean cristianos, «ni incluso
para bautizar a un niño», señala Martín Barrios. Sí se pide a los padrinos que
reúnan las condiciones necesarias porque «¿cómo va a apadrinar la fe de un niño
quien no ha confirmado la suya?», se pregunta.
Adelantar o retrasar la edad
Los niños deben asistir a dos
años de catequesis que por lo general comienza a los 8 años para realizar la
Primera Comunión en torno a los 9 años, en 3º de Primaria, la edad que desde
los años 70 se estima adecuada. «En el Código de Derecho Canónigo se dice que
debe hacerse “con el uso de razón”», explica el sacerdote, quien recuerda cómo
antes se tomaba a los 6-7 años, pero ahora «los niños tienen todas las
experiencias posibles antes de lo que teníamos nosotros, pero maduran más
tarde. Lo que se pide es que tengan la madurez necesaria para conocer lo
esencial de lo que celebran».
Por eso, Martin Barrios se
muestra en contra de adelantar la edad en España, un debate que sigue presente.
«Ahora mismo hay un niño que va a hacer la primera comunión en la parroquia que
atiendo en un pueblecito de 250 habitantes al que yo le hubiera dado la Primera
Comunión a los 7 años. ¿Qué ocurre? Que en las mismas circunstancias hay niños
que no pisan la Iglesia, que no vienen a catequesis... esos niños no estarían
preparados a esa edad». Añade que es un tema delicado «porque depende de la
familia, del ambiente que le rodea y de la madurez del niño».
Desde la Conferencia Episcopal se
alienta para que el niño recorra un camino de iniciación cristiana desde la familia,
pase por una etapa de despertar religioso a los 6 y 7 años antes de asistir a
la catequesis de iniciación sacramental a los 8 y 9, con la Primera Penitencia
y la Primera Comunión, y a partir de los 10 a 12 en adelante continúe su
personalización de la fe para recibir la confirmación. «Ahora nos centramos
mucho en cómo se hace cristiano el niño, el adolescente… o el adulto. A un niño
se le atiende, se le educa en la fe y cuando se cree conveniente que de acuerdo
con su edad ha madurado en la fe se le da el sacramento», subraya Martín
Barrios.