El pueblo de Chucena estalla de júbilo con la coronación de su patrona en una jornada memorable repleta de emociones.
Lo llevaban impreso los costaleros en sus camisetas: «1 de junio de 2014». Pero a buen seguro que la fecha ha quedado grabada a fuego en los corazones de los chuceneros. La localidad del Condado onubense vivió ayer un día grande al ver coronada a su patrona en una ceremonia sencilla y emotiva en la que se hizo realidad los deseos de los vecinos expresados en 1994. El gozo era inmenso. Desbordante. Lo pregonaban las propias caras de los hermanos y también sus calles, sus plazas, sus balcones… Todos primorosamente adornados con arcos de flores, banderas, gallardetes, colgaduras alusivas y mantones de Manila. No se recuerda tanto fervor. Tanta entrega. Tanto derroche de cariño a la Estrella que ilumina este firmamento llamado Chucena.
Apenas había sosiego. Tras una intensa semana de actos y preparativos, el día amanecía con la mirada puesta en la iglesia. De allí saldría la Virgen a la Plaza, en un horario poco habitual al que tiene en sus procesiones del 15 de agosto. Y es que la función de esta «Estrella Deslumbrante» era bien distinta. Ahora su luz sería más aurea, más solidaria, más cercana y a la vez más regia. Lo sabían todos. También el abnegado párroco Justino, cuyo himno compuesto para este fasto era la mejor descripción de lo vivido antes de la misa: «Sales por puerta gloriosa/ Divino artificio del Altísimo/ Madre de amor bellísimo/ Estrella la flor más hermosa…»
A la plaza de la iglesia (ya luego de la coronación) llegaban mujeres de mantilla, algunas con su bandera acreditativa de haber formado parte de esa corte chucenera que florece en agosto. Ello, tampoco se quedaban atrás. Y ya sea como costaleros de sangre azul estrella o bien como fieles servidores de la Virgen a través de la junta de gobierno o bien de la red de colaboradores, todos mostraban con orgullo sus credenciales chuceneras de medalla al cuello y chaqué o traje de chaqueta. Que para calor, la del 15 de agosto durante la función principal que siempre abarrota su templo.
Relucía también el portentoso altar montado en un lateral del templo y donde la Virgen aguardaba el ansiado momento. En lo más alto, una leyenda recuerda su posición en este pueblo: «Sois de Chucena Blasón». Es el mejor resumen de lo que significa la Virgen en este municipio de 2.000 habitantes. Y es que la Estrella está en las carteras del que vive fuera. En las cabeceras de los enfermos y también con los que no están pero siguen vivos en la memoria de sus familiares. Es entonces cuando los gestos cobran más sentido. Como los abrazos que recibe el hermano mayor de esta Hermandad Sacramental. Hermenegildo Pérez y quienes le antecedieron en el cargo saben de la constancia y de los esfuerzos para alcanzar este sueño: «Es un día de gozo pleno para todos. Han sido cuatro meses de jubileo y de actos muy entrañables. Pero esto no acaba aquí. Ahora empieza el camino de la coronación».
También se emocionaban continuamente Antoñita y su marido: «Recuerdo el revuelo tan grande que se formó el pasado 15 de agosto cuando se anunció la aprobación de la coronación. No lo esperaba nadie».
De todo ello es consciente el obispo de Huelva. José Vilaplana aludió en su homilía a esta pasión desmedida que ha llevado a honrar de esta manera a la patrona: «Cualquiera que se acerque a Chucena sabe que algo grande se va a vivir. Se ve en la belleza de las calles engalanadas y a la emoción contenida de sus habitantes con un sólo corazón». En sus palabras subrayó el cariz humano de la coronación: «Es la corona de la devoción, del cariño y de la ternura de su pueblo. Sus hijos son sus mejores perlas y joyas porque también es la corona de la fidelidad del que corre bien la carrera de la fe». Una fe que ha llevado a la llamada de Dios, como dieron muestra los sacerdotes con orígenes chuceneros que estuvieron en la celebración: Victoriano Solís (párroco de San Juan del Puerto), Antonio Ismael Gutiérrez (misionero en Taiwán) y Antonio Romero Padilla (párroco de Carrión). También asistieron Diego Capado, que hizo de maestro de ceremonia; Antonio Hidalgo, párroco de Paterna y Escecena; y el sacerdote Miguel Ángel López, con vínculos familiares en Chucena.
Pasaban unos minutos de las diez y media de la mañana, cuando se daba lectura al decreto de la coronación. Todas las miradas de la plaza se clavaban en la escalerilla por la que iba subiendo el obispo onubense y los padrinos de la coronación con las preseas, Antonio Morera Vallejo –de orígenes chuceneros– y su esposa Chary Maldonado. La emoción estalló en palmas y lágrimas al ver a la patrona coronada mientras que el cielo tronaba de alegría. Más aún cuando la banda de música del Rosario de Sanlúcar la Mayor interpretó la nueva marcha «Estrella Chucena te corona», de José Antonio López. Al solo de flautín, le siguió la gente cantando la salve de «don Justino», como le dicen al párroco. Concluida la ceremonia, llegaba la hora de echarse al túnel de arcos que enfundaba sus calles. Los vivas de los costaleros animaron las primeras chicotás, mientras que en el Ayuntamiento la que es además Alcaldesa Perpetua era agasajada con una lluvia de pétalos. Fotos de familias ante el paso, sevillanas en la calle Torralba, ramos de flores… Todo para esta Estrella diurna de luz desbordante.