Este
curso cofrade que estamos a punto de cerrar ha estado marcado, sin duda, por la
notable cantidad de elecciones a Hermano Mayor que se han celebrado en nuestras
Cofradías. De la mano de las mismas han tenido lugar una sucesión de
acontecimientos en el desarrollo de las campañas así como en los propios
procedimientos electorales que, en el mejor de los casos y siendo inmensamente
generosos, podríamos calificar de poco constructivos. El último ejemplo lo
tuvimos el pasado fin de semana en los comicios que tuvieron lugar en la
Hermandad del Calvario donde, si nadie lo remedia –que no tiene pinta-, no va a
pasar nada. Pero esto no se puede tratar con la profundidad que se merecería
porque si lo hiciéramos los responsables de las secciones de noticias y opinión
de Gente de Paz seríamos tachados de poco rigurosos, de amantes de los
escándalos o de no querer bien a nuestras Cofradías. Perfecto, que así sea.
Quedémonos pues con la edulcorada visión de los amigos del poder. Más hermosa,
¿qué duda cabe? Pero, ¿veraz? En cualquier caso no deja de llamar poderosamente
la atención que la autoridad eclesiástica, que tan duras se las gastó con aquel
Hermano Mayor de los Dolores por un hecho tan ridículo como carente de
importancia, comulgue ahora con rueda de molino con lo que muchas veces se le
está poniendo por delante en los últimos meses.
Yo, por
mi parte, creo que hay motivo para la preocupación con la evolución de los
acontecimientos que han tenido lugar y de lo que de los mismos podemos colegir.
Aunque sea muy posible que lo que tengamos no deje de ser aquello para lo que
hemos hecho méritos en su justa ponderación. Ni más ni menos. La
responsabilidad de los hermanos para con sus Cofradías, en la mayoría de los
casos, creo que brilla por su ausencia. Aquí el personal ha resuelto, salvo
honrosas excepciones, movilizarse únicamente si peligra el llamador de su
capataz o si Mengano o Sutano prometen, por la gloria de su madre, que van a
traer aquella prestigiosa banda que nos va a convertir en la Hermandad más
popular de la ciudad (mucho me temo que al ritmo que vamos ya mismo empezaremos
a oír hablar de share cofrade y de
las Cofradías que hacen carrera oficial en el prime time del día, como tristemente ya hacen Guadalquivir abajo… y
aquí sabemos que todo lo malo tiende a pegarse). Y poco más parece que nos
pueda motivar a acudir a las urnas.
Para los
que nos puedan tachar de tremendistas o de escépticos, ahí tienen la entrevista
en este mismo medio a un antiguo Hermano Mayor de una de nuestras Cofradías, en
la cual expone la mala situación por la que, en su opinión, atraviesa su
corporación: dos años sin aprobar las cuentas o la presencia de personas en la
casa de Hermandad para él desconocidas las cuales, a su vez, no le conocen a él
(ciertamente preocupante esto último, que me tiene sin dormir desde que lo
leí). Señor Moreno, ojalá los problemas fueran solamente esos… Llámeme loco si
quiere, pero creo que una Hermandad en la que celebrar un cabildo general de
hermanos en condiciones normales (esto es: sin que haya insultos,
descalificaciones ni amenazas y sin que vuelen objetos) es pura utopía tiene
ante sí un conflicto de mayor relieve que los que usted expone. Así es fácil comprender que unas cuentas no se
aprueben. Es imposible si ni tan siquiera se pueden rezar las oraciones de
rigor sin temer por la propia integridad física. En estas circunstancias y
siendo usted perfecto conocedor de cómo bajan las aguas por su Hermandad,
habría resultado mucho más responsable por su parte realizar unas declaraciones
bastante distintas a las que nos brindó: “vamos a intentar, entre todos, tender
puentes de entendimiento entre la actual junta y la candidatura que se presenta”
o bien “vamos a poner todos de nuestra parte para crear un clima de normalidad
en la Cofradía”… Pero no. Es mejor decir que aquí sobra el Hermano Mayor y su
Junta de Gobierno. ¡Eso es! ¡Muy bien! Francamente, si este es el sentido de
“Hermandad” que el señor Moreno tiene no me extraña que en la última ocasión en
que concurrió en solitario al cargo de Hermano Mayor sus hermanos votaran en su
contra. Ojalá en la candidatura que se presenta haya gente que sí tenga claro
que lo prioritario en la Hermandad es trabajar
por ella por y con todos sus hermanos y, a la vez, fomente un clima conciliador. Si a unos cuantos les quedara claro
que esto es lo prioritario en cualquier institución avanzaríamos muchísimo.
Fomentaríamos Hermandades abiertas a todos en las que nadie fuera más que
nadie, en lugar de cortijos privados donde personajes poco recomendables se dan
culto a sí mismos por encima de a sus Titulares. Sitios en los que, además de
proyectos patrimoniales –que también son importantes- hubiera proyectos ilusionantes
en materia de caridad y obra social. No acabo de comprender muy bien cómo
pretenden fomentar esto desde otros medios de comunicación (si es que desean
hacerlo) pero, afortunadamente, sí tengo claro que en Gente de Paz colaboran
personas que han asumido que la realidad de nuestras Hermandades no se cambia
entonando loas por las esquinas a los influyentes ni mirando para otro lado
ante acontecimientos desagradables que otros sistemáticamente ignoran. A lo
mejor lo que escribimos no es tan poético ni tan bello como lo que otros ponen
negro sobre blanco, pero sí estoy seguro de que lo que se escribe aquí se
ajusta mejor a la realidad. Aunque a muchos les pese.
Marcos Fernán Caballero
Recordatorio Candelabro de cola: Paso sin cabeza