El flamenco no es un cante ajustado a una norma única. Con el paso del tiempo, el folclore andaluz, en contacto permanente con la etnia gitana, y las distintas circunstancias históricas de cada momento han hecho que el flamenco sea un amplio abanico de cantes que enriquecen este Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Con motivo de la XVIII Bienal de Flamenco, ABC de Sevilla desgrana uno a uno los estilos del flamenco: sus orígenes, los grandes intérpretes de cada género y los bailes que los caracterizan. (...)
Saetas
Este cante se realiza en toda Andalucía durante las procesiones de Semana Santa. En realidad no se trata de un estilo independiente y sólido, sino que, empleando una letra alusiva a la Pasión de Cristo, se ejecuta un cante del grupo de las tonás: -seguiriya, martinete, debla, carcelera- y se ornamenta con una mayor cantidad de melismas, aunque el esquema principal de la melodía permanece intacto.
La palabra saeta procede de los primeros cánticos que hacían los hermanos del Pecado Mortal y los de la Aurora allá por el siglo XVIII, pero como cante popular nace alrededor de 1840, destacando la vieja cordobesa, la cuartelera de Puente Genil o la samaritana de Castro del Río.
Pudo haber sido Enrique el Mellizo quien cantara por primera vez ante una imagen procesional en el gaditano barrio de Santa María, pero de ello no se tiene constancia escrita alguna. Lo que sí es cierto es que unos años más tarde la saeta alcanzaría su esplendor en las voces de El Gloria, Manuel Centeno, Manuel Torre, La Niña de los Peines, Manuel Vallejo y, sobre todo, la Niña de la Alfalfa.