Más que un instante es una forma de vida. El corazón de la Compañía late intenso entre la luz y la cera, la geometría y la flor. En el centro mismo, Ella, reinando sobre la escena, sobre las vidas de quienes hicieron de su cofradía una forma personal de asumir su existencia.
No hacen falta palabras para describirlo ni imágenes que descifren cada matiz que se desvela desde el anonimato de la bancada. Sencillamente, con Ella al frente, las miradas se encuentran en un haz de luz, inseparable de las retinas.
Fuera, el devenir de un domingo cualquiera de sol y calle parece ajeno. Sin embargo, bien sabemos que no es un Domingo más porque es el tuyo. El mismo que nos devuelve a los recuerdos de cada Viernes Santo. El que nos lleva al primer instante de emoción bajo la piel. El mismo en que todo vuelve a parecer tan difícil. El mismo en que tu nombre resuena bajo mis tímpanos, sin voz, a gritos, Madre del Desconsuelo.
Blas Jesús Muñoz
Recordatorio Mis Instantes Favoritos: Las Manos de Dios