Blas Jesús Muñoz. Hay imágenes que asaltan el corazón por su belleza, por su unción, por cada ocasión en que podemos contemplarla, frente a frente, o a través del letargo cálido de la red que nos une y conecta.
La primavera trajo consigo su haz de luz en la mirada de la Virgen niña, de la Paloma de Capuchinos, el Miércoles Santo al paso grácil de María Santísima de la Paz y Esperanza.
Ahora, cuando los días se alegran de soles en la Pascua y la Resurrección nos trae la esperanza más certera aun que anida en su rostro, la Virgen de la Paz y Esperanza luce sus oropeles para mayor gloria de su maternidad divina; para ser Reina, estrella y simiente de sus devotos que ya pueden contemplarla radiante con sus vestidura eterna.
Recordatorio La Banda de Música "Maestro Enrique Galán" de Rota acompañará a la Virgen de la Fuensanta en el Regina Mater