Hemos perdido la Semana Santa. El descontrol y la falta de valores de esta sociedad va a más y cada vez se hace más difícil, y se hará, recuperar esas semanas santas de no hace tantos años que todos añoramos y que cada vez vemos más y más lejos. El color en nuestra retina de aquellos recuerdos, que duran para toda la vida, es cada vez más sepia. Soy de sangre caliente y el cuerpo me pide ahora mismo echar fuego por la boca después de lo ocurrido hace unas horas. Algunos lo tildarán de anecdótico, pero quienes estábamos allí vestidos con la túnica del Silencio detrás de Jesús Nazareno todavía tenemos el susto, enorme, dentro del cuerpo. Creo que por primera vez en mi vida he sentido eso que llaman pánico. Y aunque pude mantener a duras penas la compostura, me dio mucha pena ver a buena parte de los nazarenos descompuestos, descubiertos, caídos en el suelo o corriendo presa del miedo.Siete siglos de orden y compostura de un cortejo tirados por el suelo.
Ahora mismo no me preocupa realmente el origen del tumulto. Sólo es un detalle. Pero sí me ocupa que esta sociedad siga descomponiéndose a pasos agigantados y no sea capaz de frenar a los indeseables que buscan protagonismo a costa de los demás. El problema no es de las cofradías, aunque estas tienen su buena cuota de responsabilidad. sino social. Si la sociedad no ha perdido el norte, a ver cómo se explica que todos los años tenga problemas para llegar vestido de nazareno a San Antonio Abad. Varias filas de personas sentadas ahí en sus malditas sillitas que no se levantan ni para dejar el paso a un grupo de nazarenos que quieren llegar a su iglesia. El Ayuntamiento lo ha intentado y ha llenado la ciudad de carteles alertando del peligro de las sillitas en muchos. ¿Para qué? Para que quienes bloquean calles y el tránsito de personas se jacten de que se pasan recomendación por el arco de su silla, digámoslo así.
Y las cofradías también tienen también su parte de culpa en seguir alimentado que todos aquellos que ven la Semana Santa como un simple espectáculo, algún lumbreras lo llama incluso laico, al no impedir que sus cortejos de nazarenos guarden el orden y las formas. Si alguien ajeno al mundo cofradiero se acostumbra a ver nazarenos en los bares o fuera de su tramo y fumando plácidamente, pensarán que todo esto que se monta esta semana es un show y por lo tanto no pasa nada si mientras estos tipos encapuchados sacan unas figuras se hace un botellón.
Recordatorio Peleas y carreritas en la Madrugá