Si la semana pasada escribía un
artículo en el que comparaba cómo estaba el panorama cofrade hace unos años en
relación a como está ahora, hoy me propongo hablar de un tipo de cofrades que
ha existido durante toda la vida. Como otras veces he comentado, la línea
argumental del artículo va a coincidir con alguno de los viles defectos que la
política ha contaminado a las Cofradías.
Al modo de pensar y de ver las cosas del tipo de cofrade del que les
hablo, poseen, aparentemente, el derecho por decreto a criticar
destructivamente todo aquello que se les pase por la mente. Como los políticos,
se suben al primer pedestal que encuentran por la calle o por las redes
sociales a despotricar a diestro y siniestro del trabajo que están haciendo
otros. Aunque hay una pequeña variación con respecto al terreno político;
normalmente tanto el que critica como el criticado van vestidos de chaqueta,
impolutos, y con unas manos que dan testimonio de lo poco o nada que estos se han
manchado y manchan las manos. En lo cofrade, por el contrario, el criticado
mayoritariamente (también hay mucho que se ensucia poco las manos estando en
Juntas de Gobierno) arrima el hombro y colabora en la medida que puede haciéndolo
lo mejor posible, yendo tarde tras tarde a ayudar, vendiendo papeletas,
ofreciendo ideas... Y encima tiene que aguantar improperios externos de quien
se pavonea públicamente de saber de todo lo relacionado con lo cofrade.
Dificultades hay muchas, también ganas de dejarlo todo e irse, ¿quién
dijo que fuera fácil? Hay algo que me enseñó un hermano y no es la primera vez
que lo menciono. Todo lo que hagas, sea pequeño o sea grande, hazlo por amor a
tu Cristo y tu Virgen, olvídate de las personas que forman Juntas de Gobierno,
porque están de paso; Ellos permanecerán siempre. Lo importante es arrimar el
hombro y dar lo mejor de uno mismo por nuestros amados titulares. Eso es lo
que, en mi opinión, confiere el derecho a criticar de forma constructiva lo que
no esté bien. En muchas ocasiones he dicho que no está de más señalar aquello
que, a nuestro juicio, no sea adecuado con respecto a las Cofradías. Pero
siempre desde el respeto, la educación y las buenas formas. Y, sobretodo,
siempre que ello vaya acompañado de un compromiso personal y verdadero para
ayudar a cambiarlas. De nada sirve subirse en el pedestal para “repartir juego”
en todas direcciones, si después estamos fallando en nuestra pequeña parcela de
responsabilidad. No se engañen, todos la tenemos, seamos Junta de Gobierno,
Grupo Joven, costaleros, músicos, cofrades simplemente… Todo el mundo puede ser
útil para la Hermandad de sus amores, pero como dicen el movimiento se
demuestra andando, y el paso que se ha dado hace diez años o en el día de ayer
no cuenta.
Lo que cuenta es el presente. No se crean que yo me libro de la crítica,
todo el mundo puede hacer más para colaborar y hablar menos, y yo que soy un
recién llegado, más aún. Pero lo que siempre trato es de saber de lo que hablo
y, además, tener la conciencia bien tranquila con respecto a todo lo que hago.
En la línea de lo que decía anteriormente, todo cofrade puede y hasta debe
expresar su punto de vista, tiene derecho a ello y cualquier Hermandad seria
habría de valorarlo. Pero esta cuestión es como otra similar acaecida en otros
ámbitos de la vida, como el escolar. Tenemos muy presentes los derechos pero
damos la espalda a nuestros deberes: tengo derecho a examen pero no he ido ni a
la mitad de las clases, no he hecho los deberes y además falto el respeto a los
profesores. Pues en las Hermandades es igual, si no has cumplido o cumples tus
deberes como cofrade, y no te manchas las manos ni arrimas el hombro, el único
derecho que se posee es el de guardar silencio.
José Barea.
Pd: recen, y mucho por todas las víctimas de la tragedia de Nepal, así
como por el genocidio que están cometiendo contra los cristianos en tantos
otros lugares. Es nuestro deber como hermanos de todos ellos que somos.
Recordatorio Verde Esperanza