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sábado, 16 de mayo de 2015

Candelabro de cola: No es mariana, ni cristífera, ni ná de ná


Decía hace unos días el compañero Antonio Maya que Córdoba no es ciudad mariana. Y yo me permito añadir que esta nuestra urbe –como diría el ñoño presidente de comunidad Juan Cuesta- que tampoco es cristífera: no hay más que ver la cantidad de fieles que acompañaron a Jesús Rescatado a la ida y vuelta de su extraordinaria de 2013 o en el Vía Crucis Magno celebrado en septiembre del mismo año.

Córdoba tampoco es ciudad cofrade, porque una ciudad que verdaderamente fuera cofrade no toleraría la ingente cantidad de disparates variopintos que aquí soportamos cada dos por tres (y en claro aumento cuantitativo) y que, sorprendentemente, solo ven o quieren ver contados ciudadanos. Algunos de ellos, a Dios gracias, prestan su tiempo a medios como Gente de Paz para poner coloraos, en negro sobre blanco, a los consabidos padres de tantas tonterías y tantas zafiedades que tenemos la santa paciencia de ver en nuestras calles o en actos de cultos en templos. Porque aquí la prensa tradicional, salvo rara avis, está para cantar loas y grandes gestas: criticar a determinadas Hermandades, Juntas de Gobierno o Hermanos Mayores les da repelús.

Tampoco creo que sea salvable el argumento de que Córdoba es ciudad devota pero no cofrade, como dicen algunos antiguos miembros de Juntas de Gobierno que ya peinan canas y que esgrimen esa excusa para salvar la tan odiada comparativa con la ciudad de la Giralda… o con Málaga (la que algunos decía que temblaba de miedo ante la voraz competencia que Córdoba constituye)… o con Jerez. Las ciudades con las que, se supone, deberíamos medirnos. Pero, ¿qué devota ni que niño muerto? Si aquí hay iglesias con imágenes de presumida devoción que abren una hora al día y aquí nadie dice ni esta boca es mía… ¿Se imagina alguien la Basílica del Gran Poder abierta al público una hora diaria? De todas formas digo lo de presumida porque esas imágenes de referencia de la ciudad están más solas que la una cuando sus respectivos templos abren las puertas.

Y así, fruto de esta pasividad vital, de esta filosofía que es el todomedalomismo aderezada con grandes dosis de mesudalanaricina tenemos lo que tenemos. Y no esperen mucho de las generaciones venideras, a las que eso de trabajar, esforzarse o pensar en mejorar les viene enorme. Consecuentemente, ante noticias como la de esta semana respecto al Corpus, en la que se ha hecho público que la procesión con el Santísimo seguirá el recorrido del año pasado por el entorno de la Catedral ante el éxito de público del año pasado (¿¿¿???), no haya nadie que proteste y que diga que dónde se vieron las ingentes masas de fieles congregadas. Verdaderamente la única justificación que personalmente creo se puede emplear para defender esta decisión es que el itinerario de la procesión fue más corto, la duración más breve y hubo menos Hermandades que huyeron por patas del cortejo durante el recorrido (pero las siguió habiendo, claro). Es decir: nos hemos adaptado al margen de lo que menos cuesta. Pues oigan, no se lo piensen mucho, que ya les digo yo qué tienen que hacer: para esto mejor no sacar al Santísimo a las calles y con una misa de tres cuartos de hora que no canse mucho a nuestra dignidad eclesiástica hemos acabado. Patadón que te crió al Corpus y fuera. Una cosa menos.

Conclusión: Córdoba, en lo que al mundo cofrade se refiere, no es ná de ná porque no hay mucha gente dispuesta a hacer algo que suponga esfuerzo y trabajo. Y así no es difícil brillar. Es sencillamente imposible.


Marcos Fernán Caballero














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