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sábado, 16 de mayo de 2015

El toque cordobés del Rocío de Málaga


Blas Jesús Muñoz. El camino ya ha comenzado y, mientras la Marisma espera como la Tierra Prometida para sus peregrinos, las diversas filiales caminan hacia ella con la mirada posada en el horizonte. En sus pupilas el presente indaga en el pasado, en los recuerdos que hacen del camino un sendero eterno de sueños, como el de tantos hombres y mujeres que se rindieron ante Ella.

En las retinas vidriosas se transpira la emoción que siempre acompaña a la fe. Porque la fe es misteriosa y pareciera, sin serlo, irracional. Pues el sentimiento desborda nuestras razones y, ante la luz, ante las estrellas que iluminan la noche, nuestra propia soledad nos hace buscar parte de lo que somos o, tal vez, nuestro lado más genuino.


Ella, la Blanca Paloma, los espera en su ermita de azules. Desde cualquier parte del mundo acuden a sus plantas porque nunca olviden que la fe puede conseguir cosas como ésa. Desde Málaga, por ejemplo, su carreta se adentra por el litoral del destino errante de las jornadas que los aguardan.


Desde Málaga algo de Córdoba camina con ellos. Lo dijimos en este medio, Pinsapo Flores pondría el entorno floral para acompañar de alegría a los peregrinos de la Costa del Sol. El toque cordobés del Rocío de Málaga, el detalle que, ante Ella, quedará en un segundo plano y, sin embargo, nada pasa desapercibido ante los ojos de la Virgen, de la Reina de las Marismas.








Fuente Fotográfica: Óscar Pérez










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