Ayer fui a ver por primera vez la salida del “Simpecado” de la Hermandad del Rocío de Córdoba. Entre al interior de la S.I.C. y escuchando las palabras de nuestro Obispo Demetrio, ya me entró un pequeño escalofrío de lo que debemos de hacer los cristianos y católicos que ahora mismo tan perseguidos en otros lugares del mundo estamos.
Cuando se rezó cantando la Salve y fue emocionante ver a tantos fieles allí que lo hacían entre lágrimas, emocionados por ese momento que para ellos es tan importante de comenzar el camino hacia la aldea almonteña para ver a su Virgen del Rocío. Emotivo fue una vez colocado en su carreta de nuevo el “Simpecado” cómo le pasaban a ese romero a los más pequeños de esas casas, a besar a la Blanca Paloma para que los bendiga en la vida.
De nuevo, se me ponía el vello de punta después de presenciar esta escena, y más aún cuando la carreta tirada por dos bueyes enormes enfilaba la subida hacia la Puerta del Perdón, seguida de romeros empujando su carreta y esa lluvia de pétalos multicolores caían sobre la carreta, para despedir de Córdoba a su hermandad. Qué decir de todas esas personas que iban al lado rezando cantando y los “vivas” a la Virgen, al Divino Pastorcillo, a la hermandad y a Córdoba.
Después contemplando a los pequeños romeros tamborileros tocar su tambor y los más grandes con sus flautas con ese sonido tan peculiar e inconfundible, anunciando que venía la carreta con el “Simpecado”, otra vez un escalofrío recorría mi espalda y me hacía sentir emociones nuevas.
De nuevo llegaba la carreta delante de mí y allí mismo le volvía a rezar para que colme a los míos de bienes y gozos y bendiga por este camino duro de la vida. También pedí por algunas personas que nunca pensé que lo haría para que la Virgen los devuelva al camino de la verdad y de la bondad y para que no se escondan detrás de la mentira, orgullo y las malas formas y maneras.
Fueron sensaciones nuevas en mi vida cristiana mientras veía como la carreta pasaba por debajo del San Rafael del Obispado y los últimos rayos de sol iluminaban al camino que iniciaban los romeros desde nuestra tierra cordobesa. Que tengáis un feliz camino lleno de vivencias, emociones, rezos, bautizos, lloros, risas, cuando Ella vea como llegáis a su ermita después de diez días duros de camino.
Que la fe de los romeros se haga más inquebrantable y fuerte cuando lleguéis ante Ella y delante de su reja vuestras emociones llenen de lágrimas vuestros cansados ojos por culpa del polvo del camino. Que la Blanca Paloma bendiga el camino de sus hijos.
Pachi Giraldo
Recordatorio La Crónica: Y Córdoba se convirtió en Marisma