Blas Jesús Muñoz. Los detalles no son pocos y la flor mucha. El cuidado y el detalle de la misma, unidos a la combinación te puede llevar del éxito al fracaso a velocidad de vértigo. Y queda claro que en esta ciudad gusta más lo segundo que lo primero y se aplica hasta al intrincado arte de montar una Cruz de Mayo.
Dos ejemplos de dos cofradías dan muestra de cuanto les digo, si bien no las nombraré que luego dicen que les tengo ojeriza, cuando nada va más lejos de la realidad. Lo que sucede es que no hacer bien las cosas es lo que es. Por más que se repitan los errores no se convierten en aciertos. Y me refiero a una de las dos, de la otra poco puedo opinar en otros ámbitos, de momento.
El caso es que ambas han hecho en sus respectivas cruces un homenaje al flamenco rumba de los '80. Y se han dado, la una, el homenaje debido del lunar hortera en las macetas que por segundo año ha colocado con el color de los Ángeles Lakers (amarillo y morado, se entiende). O, quizá, se trate de un homenaje a la II República camuflado entre gitanillas.
La otra le ha colocado un dosel para que embarque la cruz en mitad de una fuente. Aparte de parecer fuera de lugar, el dosel no se caracteriza por tratarse del mejor de los homenajes a la estética. Total que no es bonito. Sin embargo, lo mejor son las dos plataformas de flores a los pies de la Cruz que recuerdan más a una pasarela que a cualquier otro motivo.
Hoy aún están a tiempo de visitar las respectivas cruces de Calvario y Caído que se hallan prácticamente enfrente, la una de la otra. Las he nombrado al final.
Recordatorio Córdoba Romana y Cristiana: La Cruz de San Francisco