Julián Assenjo y Eduardo Guarida de Nieve cruzaron sus caminos, por casualidad, en la Córdoba cofrade. No en la revista aquella que editaba la Agrupación de Cofradías (aunque Eduardo participó en ella), sino en un cruce casual de correos electrónicos que, con el tiempo, desembocaría en su particular wikileaks.
Los primeros problemas los tuvo Julián cuando desenmascaró una red de carteles con marca de agua. La denominada en clave zulú, "Operación carteles magnos al temple", le costó que le retiraran o no le concedieran la acreditación fotográfica que, en cofradías, es como negarte el visado. Así, sin poder rondar los muros capuchinos su People for the Peace se fue convirtiendo en People como la revista. Sin visado cofrade y acusado de pertenecer a la Fraternidad Pi tuvo que emigrar a una embajada del Este. Y, pese a que él era un liberal convencido, tuvo que ser un mandatario bolivariano el que le diera cobijo en su embajada.
Eduardo siguió los pasos de su maestro, aunque, a diferencia de él, antes de los correos ya lo perseguía un mando militar que, si bien no era de la más alta graduación, sus contactos en Oriente Medio de vez en cuando lo ponían en jaque. Eduardo libró la denominada "Operación pasos que huelen a rancio" y se inmiscuyó en una batalla a muerte contra los pasos mal hechos y los selfies cofrades. El militar se airó porque uno de los pasos había sido idea suya y, claro, intentó endosarle a Guarida de Nieve artículos que ni había escrito. Eduardo, anárquista y romántico, tuvo que refugiarse en un gulag siberiano que habría sido su sueño, de no ser porque ya no mandaban allí los bolcheviques.
Como verán esta historia es ficción, pero no duden que, más temprano que tarde, cualquier noche del domingo al lunes el cáliz echará licor bien graduado de alcohol y les contará una historia parecida con espías, mentiras, sexo, cintas de vídeo y altos dirigentes cofrades.
Blas Jesús Muñoz
Recordatorio El cáliz de Claudio: No quiero ser cofrade