Las últimas elecciones municipales tienen a los cofrades, y a los que no son cofrades, con la mosca detrás de la oreja. Un supuesto pacto por el progreso y para el bien del pueblo ha supuesto que a la casa de todos, hayan llegado aires de radicalización y un laicismo trasnochado en los tiempos que vivimos. Ya se pudo ver el pasado mayo en la procesión de María Auxiliadora, donde los amantes de lo arcaico y totalitario, se dedicaron a molestar a los que formaban parte del cortejo, amenazándoles de forma barriobajera, haciendo gala de un talante democrático, que aprovecharan, que a lo que sacar santos le quedaban dos telediarios.
Finalmente la rama, presumiblemente más radical del frente de la progresía, no quiero denominarlo popular, no ha entrado en el gobierno, aunque sí ha apoyado la investidura de quien perdió las elecciones, al solo objeto de impedir la repetición de quien hasta ahora ha tenido el bastón del consistorio gobernando con mejor o peor criterio pero elegido por la mayoría, simple, pero mayoría. Esto hará que la cuarta fuerza más votada, se radicalice aún más y se convierta, en teoría, en el abanderado del anticlericalismo que abanderan estos defensores de esta democracia, así la llaman, nostálgica de regímenes caribeños.
Ante lo que se avecina el mundo cofrade está preocupado. Y no le falta razón. No hay que olvidar que las cofradías forman parte de la Iglesia y que muchos de los nuevos regidores consistoriales, la ven como un enemigo al que hay que extinguir sea como sea. Habrá que ver ahora como se desarrollan los acontecimientos de cara a muchos frentes abiertos de cara al futuro de nuestras hermandades y cofradías. Habrá que ver la resolución de la apertura de la segunda puerta de la Catedral, la conversión de la 'carretera oficial' en Carrera Oficial, los permisos y cortes de tráfico para posteriores ensayos de costaleros, 'mudás', rosarios, vía crucis y otros actos de culto externo.
También peligra la aportación económica, cada vez más menguada con el argumento de la crisis, pero que a muchas cofradías supone una inyección anual nada desdeñable. Y es que está claro, si las cofradías generan riqueza para la ciudad, y por consiguiente para su consistorio, este tiene que tenerlo en cuenta. Porque está claro, si a partir de ahora se va a subvencionar a actividades tan peregrinas como el huerting o el paseo de cánidos en nuestros jardines, las cofradías también tienen derecho a la subvención con dinero público, aunque personalmente estemos en contra de esto, pues las hermandades tienen medios de autofinanciación para prescindir de algo cada vez más exiguo.
Espero que los inquilinos de la otra asamblea, la de la calle del Lodo, hoy Isaac Peral, tengan la capacidad suficiente para negociar y gestionar con los nuevos munícipes. Desde el mundo kofrade se está apuntando a que nada va a cambiar, puesto que muchos de los nuevos ediles gustan de la Semana Santa y forman incluso parte de nomina de algunas hermandades, los principios de un político cambian según sus intereses y dependiendo de quién tengan enfrente, y mucho me temo, que la capacidad de los jerarcas que nos representan, a las cofradías me refiero, no sobrepasa los límites de lo demostrado hasta ahora. Afirmación nada gratuita pues han vuelto a reconocer a un capataz, ya reconocido, con el martillo del paso de la Patrona. Y es que la memoria es corta, o bien, como el reconocimiento vino de la junta anterior quedaba nulo de facto.
Quintín García Roelas
Recordatorio La Feria de los Discretos: De totalitarismos, urnas y asambleas. 'Nihil novum sub sole'