Volver a casa andando desde el trabajo, en pleno Julio,
sólo, y tarde, da qué pensar. Y si me pusiera a hablar de esos pensamientos,
posiblemente, lo haría con la misma voz quebrada con la que la Piquer cantaba
aquello.
Pones en esta … ciudad tus ahorros, tu esfuerzo, tus
estudios, tu vida, al frente de un negocio por el que, cada mañana, ves pasar
una panda de rumanos con carros cargados de flores para su venta ambulante. Ni
que avises a los Nacionales (Oiga usted eso pertenece a los Locales) Ni que
avises a los Locales (Oiga usted y qué quiere que haga si no tienen papeles) ni
que esperes las promesas de los de un color u otro en apoyo de los empresarios
cordobeses. Y comprendo que, cada cual, está haciendo correctamente su trabajo.
Si es que no debía de quererte.
Vives, porque así lo
has elegido, en uno de los barrios más singulares de Europa y el único de
Andalucía declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco pero por más de
tres avisos que des a Sadeco, esa empresa que mantenemos con nuestros impuestos
a la que ahora molesta todo, no baldean la calle en la que se acumulan meados
desde aquella Noche Blanca. Si es que no
debía de quererte.
Ah perdón, que estamos en una página de cofradías. Si dices
que te vas a presentar a Hermano Mayor de tu hermandad en Córdoba te llaman
loco, inconsciente, atrevido, te avisan
de lo peor, que se te va a caer el pelo, que no sabes lo que haces, que ten
cuidado, que te retires… cuando en tu cabeza sólo hay ilusión, ganas de
trabajar, obras sociales, fuerza, ánimo. Ay! Si me llega a pillar lo de San
Rafael, que pedazo de lona hubiese encargado a Manuel Quirós con una buena
reproducción para ponerlo frente por frente.
Pero… si es que no debía de
quererte.
Pero el oir las campanas cada mañana de las monjitas de la
Encarnación, que te despierte el olor a pan recién hecho en Maese Luis, sentir
a la Pepa en sus soportales reclamando tu atención con un trozo de damasco
hecho jirones en la mano, subir la Espartería ya sudando a las nueve de la
mañana hace que repiquetee en tu cabeza camino del trabajo aquello de: Ay Córdoba! no debía de quererte
y, como decía la Piquer con su voz quebrada, sin embargo te quiero.
Rafael Cuevas Mata