Pensé que ya nada llamaría mi atención o me sorprendería en este mundo, pero a medida que pasa el tiempo me voy dando cuenta que aquí la gente se supera por momentos.
Cuando el pasado viernes mi amigo y hermano Fernando Blancas vino a visitarme a mi casa para conocer, como él dice, a las nuevas generaciones, me traía una noticia relacionada con un hermano mayor y "los líos que se trae" que no sólo me dejó perpleja, sino que me hizo pensar en la doble moralidad que tenemos -y vamos a meternos todos, sálvese quien pueda-.
No daba crédito a lo que me estaba contando, es que no podía ser verdad, pero lo peor no es que se esté padeciendo una ola de calor, lo peor es que se haga daño conscientemente a otra persona y se mienta a la autoridad eclesial que o está siendo engañada o se está dejando engañar.
No quiero que parezca un ataque a la persona que está pasando por esta situación, no seré yo quien saque a relucir los asuntos personales de nadie (en esta página no toca), ni ponga el dedo en la llaga ni critique una situación claramente anómala, por decirlo de alguna manera, pero si le pido que haga examen de consciencia y califique usted mismo sus actos, además de ser consecuente con lo que ha predicado.
No sé qué pasará en los meses venideros, pero sí les digo, queridos lectores, que me da pena que una hermandad esté en boca de todos por motivos de esta clase, pero más pena me da que por un huracán se olvide la suave brisa, como la que se respira a la orilla de un mar en calma y sereno. En fin..., ¡la que has liao pollito!
Raquel Medina
