Hoy es un día de esos que marcamos en el calendario
de color rojo y bien fuerte. Hoy, día del Carmen vuelven a aflorar sentimientos
que creía olvidados y enterrados en el fondo del baúl de los recuerdos por tantas
y tantas cosas... Sin embargo, algo me impulsa a celebrar este día. María tiene ese poder. Ella y su Bendito
Hijo son los únicos que lo tienen.
Han cambiado tanto las cosas... Para mejor o
para peor, según el cristal con el que se mire, pero han cambiado. Todos hemos madurado. Hemos ido creciendo
en este mundo y haciéndonos fuertes y más valientes. Hemos alzado la voz, hemos
dado la cara y hasta nuestro propio cuerpo se ha desnudado ante aquéllos que
piensan que no somos dignos ni de hablar. Sin embargo..., aquí seguimos. No para pelear ni restar, sino
para sumar.
Soy consciente que a veces la verdad duele,
más de una vez lo sufrí en mis carnes, como se suele decir, pero un amigo es
aquel que siempre dice la verdad, no el que te da golpecitos en la espaldas y por
ésa misma te pone a parir.
¡Cuántas veces necesitamos escuchar esa
verdad que sabemos y no la escuchamos! En ese instante creemos que es mejor
hacer oídos sordos y tirar hacia adelante, aún sabiendo que nos va a explotar. Todos
necesitamos a ese amigo que nos dice que lo que debemos oír, no lo que
queremos, ¿verdad?
Hoy, 16 de julio esa realidad vuelve ante
mis ojos. Hoy, esa niña que fui ya no existe. Ya no queda nada de ella. Y mi
amiga, la más pequeña de mi casa, esa que me conoce mejor que nadie porque es
fruto de mis entrañas, se ha encargado de recordármelo.
Hoy no soy una niña. Hoy soy una madre ante
otra.
Raquel Medina