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miércoles, 5 de agosto de 2015

Enfoque: Ironía Cordobesa


Blas Jesús Muñoz. Tal vez, hubiera sido el título de la marcha que a Gámez le hubiese gustado componer antes de su tardía pero famosa Saeta, después, Buena Muerte, primero. Y es que Córdoba -importante colonia Patricia y capital califal-, se vio tan ensimismada de Castilla que dejó la majestuosidad como un vestigio arqueológico mal conservado, como las pruebas -salvo la Catedral- atestiguan.

La ironía encontrada -nunca fue a propósito- no fue ni tan siquiera un mérito del que presumir, ni tan siquiera un regazo que demuestra inteligencia, como el sarcasmo, e incluso, el cinismo. Y, en este orden de las cosas, casi nada sorprende y todo es posible como en el american dream de las Pin Up de la década de los cincuenta. Una década que en Córdoba pudo ser, quién sabe, menos gris que ésta o menos descompuesta.

No me refiero a los nombramientos de los nuevos delegados de la Junta de Andalucía. Ni el de Cultura, por más Ex Presidente de los cofrades que sea, creo que pueda deshacer el enredo que la madera de la celosía ha provocado en el pensamiento de más de uno. Y no es creíble porque, más allá del posicionamiento ideológico de cada cual que es tan o debidamente respetable, alguien que cambió la representación y el juego de varas y juntas por la lista de un partido que en su ideario mantiene posiciones opuestas a la Iglesia, no es de esperar que ahora le dé por enarbolar unos preceptos que, más de dos llamarían reaccionarios, cuando lo que prima es una revolución cuyo principal argumento es el ataque a lo religioso.

No esperen una jornada de puertas abiertas en la Catedral. Esperen más bien fotografías, sonrisas y un buen perol de arroz donde se mar de la perdiz en toda su medida posible. Así no habrá decepción y su consiguiente frustración. Habrá lo que ha habido siempre, un guiño irónico a nuestro destino.





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