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miércoles, 30 de septiembre de 2015

De canela y clavo: Entre el demérito y la ignominia


Sin duda, en la vida, han de perdonarse muchas cosas, pero permítanme que me muestre recia en mis convicciones y en la enseñanza que me ofrecieron mis progenitores, que por otra parte, solo han sido gente sencilla y discreta, pero con unos valores preclaros y férreos.

Déjenme que les pregunte algo, ¿podrían ustedes perdonar una pintada sobre la Piedad de Miguel Ángel? Y si la Gioconda de Da Vinci, amaneciese un día con un grafiti? ¿Disculparían al creador o creadora del mismo? … Hasta hablar de un hipotético caso en que pudiesen suceder tamañas gamberradas, cuesta trabajo de imaginar ¿verdad? 

Lo curioso de esta cuestión, es que no imaginamos que puedan suceder, pero en cambio, vemos a diario en nuestras ciudades, como se procede a llevar a cabo semejantes tropelías, en las fachadas y puertas de edificios emblemáticos, en los zócalos y jambas de templos protegidos por ser BIC o sin protección, pero con enorme valor histórico-artístico.

¿Nadie ve a estos vándalos, atentar contra la cultura, la historia, el arte, el patrimonio y la educación? ¿Es que tan poco nos importa lo que suceda con nuestro patrimonio civil o sacro? ¿Acaso hemos perdido las entendederas, por el camino?   

¿Qué vamos a legar a nuestros niños, a nuestro futuro? ¿Qué va a ser de ese patrimonio inmenso que hemos heredados de los tiempos?

¿No creen ustedes que hora es ya de frenar este desenfreno?

Quizás porque nuestras voces no se alcen lo suficiente o porque adolezcamos de tribunas donde proclamar un rotundo ¡basta ya!, continúen sucediendo este tipo de atropellos a diario, mientras unos pocos solo, somos capaces de hacer público lo que nuestro corazón, la razón, la lógica y hasta la cultura, nos gritan desde cada adarve, cada plaza, cada calle y cada monumento, maltratado por la incultura.

De una buena vez, desterremos la dejadez y la indolencia ciudadana que nos aletarga, para defender con unanimidad lo que es patrimonio de todos. 

Permítanme pues, que para el tema que nos ocupa, haga uso de la proclama empleada en las manifestaciones populares:

¡No nos mires, únete!


Solo así pararemos este tremendo menoscabo y detrimento de la cultura. 

Paz y Bien.


Irene Gallardo Flores














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