Blas Jesús Muñoz. 2016 ya cuenta con un proyecto, intención o anticipo de salida extraordinaria. Y ayer, justamente cuando la noticia se hallaba en plena ebullición, un amigo me comentaba que ya estaba un poco cansado de tantas salidas fuera de temporada y contemplando calles semi vacías.
Probablemente no será el caso de la de 2016 o de las que restan por producirse este año. Sin embargo, tampoco es menos cierto que algunas de las vividas durante los últimos años han brillado por la efusividad de público en comparación con otras que han pasado más de puntillas, en cuanto a espectadores se refiere.
Sea como fuere, el término extraordinario debería someterse a una revisión profunda y, con toda probabilidad, no utilizarlo para las salidas de las hermandades puesto que lo extraordinario (valga la redundancia) es más útil para aquellas cofradías que, ante una efeméride, deciden no salir en procesión.
La evangelización que realizan los cofrades pasa indefectiblemente por la protestación pública de fe. Si bien, parece cada vez más recomendable hacerla desde los altares y desde la Semana Santa que canalizar sistemáticamente la importancia de asaltar las calles hasta convertirlas en un paisaje más reconocible, para algunas hermandades, que el de la capilla de su propio templo.