Redacción. Se rompió el deseo de vivir un Domingo de Ramos en pleno mes de octubre por culpa de lo que jamás un cofrade puede controlar, pero la esencia permaneció intacta habitando los muros de San Andrés, manando de la inmensidad de Nuestro Padre Jesús de las Penas y la belleza infinita de María Santísima de la Esperanza. Y en medio del hervidero de sensaciones en que se convirtió su hogar, nuestro compañero Álvaro Córdoba se hizo presente para realizar este magnífico reportaje. El sueño tendrá que esperar... hasta el próximo Domingo de Ramos.
Recordatorio La Crónica: Setenta y cinco años de Esperanza