Este sábado pasado pude acercarme a Andújar desde donde había recibido la propuesta de moderar su foro de capataces.
El destino, y yo sin saberlo, me tenía preparado un cúmulo de sensaciones cofrades, de las buenas, las que gustan, un montón de cariño, el que recibí, y recibieron también los tres maestros del martillo, reencuentro con viejos amigos, y en resumidas cuentas, un gran sábado de los que no se olvidan, los que se recuerdan, y los que uno quiere volver a vivir con urgencia. Ya desde aquí digo, que volveré a Andújar siempre, me llamen o no, sin motivo, simplemente con el deseo de volver a encontrarme con tan buenos cofrades, tanta gente de bien, y ese sentido tan estricto y bonito de hacer hermandad, como la Hermandad del Gran Poder y el Foro con su acogida nos tenían preparados.
Como bien dije en la charla, quedaría bien claro a su término para todos los presentes, que si bien pienso, y lo dije, que la palabra CAPATAZ, como la viví, me la enseñaron y me gustaría no se perdiera, está a salvo no en la memoria, sino en la persona de David Arce, Juan Carlos Vidal y Alberto Ortega, este último el capataz granadino, que para mí era el más desconocido, pero que sobradamente a todos nos sorprendió, muy muy gratamente con su palabra, y al que voy a seguir de aquí en adelante con mucha atención. Qué gran persona y capataz se ha perdido Córdoba, en favor de su Granada natal.
Arce, en su estilo, se mantuvo relajado otorgando a los presentes de la claridad de ideas que mantiene cuando manda sus pasos. Si bien la charla fue muy relajada, y los tres capataces tuvieron tiempo hasta, como David, para en tema irónico criticar lo que ven mal, o las tonterías que ahora se mueven en este mundo, el cuál tienen los tres capataces bien claro, y así lo determinan con tono de atención, que es muy serio.
Lo de Juan Carlos Vidal, es tema aparte. Con Juan Carlos, una charla, o duda que tú quieras que te resuelva, ya es en sí una conferencia. Increíble es alguna de sus vivencias, pero lo que es más increíble aún, es su dominio frente al público, frente a sus cuadrillas. Vidal posee una cosa aprendida de los años, y no es otra que una gran técnica, basada como él presume, de haber ido robando de cada uno las buenas cosas, de aprender de aquí y allá, siempre aprendiendo, siempre en pleno dominio de esto es lo que yo hago, como yo lo hago, pero aprendo de los demás, lo que me enseñan para bien, y los fallos que cometen para aprender de ellos como si a mí me hubiera ocurrido.
Alberto Ortega, es un capataz que, tras aprender de un gran maestro, tiene su propia forma de trabajar, afirmando incluso, que no coge ya un solo paso en una hermandad, prefiere coger la hermandad al completo. La experiencia le ha llevado a esta decisión, y explicó sus motivos, hablando también de esa paciencia para dejar trabajar que algunas Juntas de Gobierno tienen, y que otras no tanto, viéndose los resultados para bien o para mal en el primer o segundo caso.
A día de hoy, ese nivel que tienen algunas Juntas de Gobierno, se sigue viendo, y como he dicho antes, para bien o para mal.
A todo el que le guste el cachondeito de los cambios de capataces, sea con ton o sin son, aún tiene la oportunidad de regocijarse. La Junta Gestora del Amor, ha echado a rodar, y con ella, los posibles candidatos a los tres martillos, los nombres van desde Pinto a Valdemoro, pero lo que si es cierto, es que se están escuchando bastantes, bastantes nombres.
Tampoco debemos olvidar, que la Esperanza aún no ha ratificado a Galvín y Morales ni sus auxiliares. Morales, que mañana puede pasar a ser si lo anuncia mi Hermandad de la Paz, el elegido por Mengual al frente de mi Virgen.
Espero que todos los cargos que quedan, a las alturas en que estamos, encuentren nombre y apellidos pronto, ya que como bien decía Vidal, Arce y Ortega, este trabajo es muy bonito, pero también adolece a veces del respeto y la seriedad debido.
Fernando Blancas Muñoz
Recordatorio La Chicotá de Nandel: Más amor por el Amor