No es la primera, seguro que tampoco la segunda, y a buen seguro tampoco
la última vez que hablo y hablaré sobre esta cuestión. Pero lo que sucede es
que no deja de estar de actualidad el tema de las salidas extraordinarias en
los distintos lugares de Andalucía, sea por uno u otro motivo: eso es lo de
menos.
Hace escasas fechas se ha anunciado que Huelva tendrá una procesión Magna
en septiembre de 2016 con motivo del Año de la Misericordia convocado por el
Papa Francisco. Pero es que Huelva, como otras tantas ciudades, ya celebró una
Magna con motivo del Año de la Fe en 2013, la cual se vio frustrada por
inclemencias meteorológica, saliendo tan solo unos pocos pasos que tuvieron que
recogerse al poco tiempo. Tan sólo tres años de separación entre ambas Magnas,
¿no es un exceso? Encontramos perfectas excusas en llamamientos de la Iglesia
como pudo ser el Año de la Fe o el mencionado Año de la Misericordia, sin ni si
quiera reflexionar sobre la esencia de estas convocatorias, lo mismo da si
lleva el apellido Fe, Misericordia, Caridad… Inmediatamente se nos enciende la
lucecita verde que reza “Procesión”. Quien me lea asiduamente sabrá que muchas
veces he señalado lo escandaloso que me parece que en una ciudad como Sevilla
haya un paso por decreto cada fin de semana en la calle, entre Glorias, salidas
extraordinarias, asociaciones parroquiales, las piratas, magnas…
Está uno tentado a hablar del posible efecto contagio hispalense que esto
puede suponer en el resto de Semanas Santas, como históricamente ha sucedido y
sucede en distintos sitios como bien pudiera ser el caso de Huelva, o de
Córdoba. O de tantos y tantos sitios que ponen pasos en la calle en esa Semana
Santa 2.0 que comprende desde agosto hasta noviembre, donde es difícil
encontrar un fin de semana en el que no salgan de forma extraordinaria mínimo
dos pasos para conmemorar alguna efeméride. Pero sería cargar demasiado las
tintas contra la ciudad sevillana, que suficiente tiene con lo suyo como para
llevarse flores de las hazañas de otras localidades. Como se suele decir, que
cada palo aguante su vela. Permítaseme la expresión, es un cachondeo que se
busque absolutamente cualquier excusa para organizar una magna o una salida
extraordinaria. No sé si pecamos, me incluyo por supuesto, de falta de
originalidad o de exceso de ganas de jugar a los pasitos. Por supuesto no está
de más conmemorar aniversarios de relevancia, pero quizá en lugar de organizar
una procesión extraordinaria, que a día de hoy realmente poco tiene de
extraordinario, resultaría más inhabitual organizar unos cultos de forma que la
mayoría de hermanos acudieran, o diseñar actividades solidarias que
verdaderamente resulten útiles en estos tiempos que corren. Incluso sacar la
imagen a evangelizar por la ciudad, por supuesto, pero no puede ser que haya
dolorosas que hayan salido a las calles en sus pasos y con sus bandas casi con
tanta asiduidad como lo hacen habitualmente en Semana Santa.
Habrá quien me diga que conmemorar un aniversario implica muchas cosas
más aparte de la salida procesional, y bien es cierto. Principalmente porque,
según tengo entendido, cada obispado pide unos requisitos mínimos para conceder
la celebración de este tipo de procesiones, entre los cuales se incluye la
realización de obras de caridad. Pero, qué quiere que le diga, uno ya lleva
unos años rondando este mundillo cofrade y sabe que ese tipo de obras se
realizan porque el obispado de turno lo exige, y no porque verdaderamente
sienta esa obligación o necesidad moral de ayudar al más desfavorecido. Básicamente,
por cubrir el expediente, en lugar de por seguir la propia moral cristiana. Desde
luego no entra dentro de mi pensamiento que las imágenes estén hechas para
encerrarse en los templos, y por supuesto que no hemos de estar avergonzados de
mostrar nuestra fe en público, pero hay muchísimas maneras distintas de hacerlo
que poniendo pasos en la calle semana sí, semana también. Todo tiene su momento
y su lugar, y con esta masificación de procesiones no estamos haciendo otra
cosa que banalizar nuestra Semana Santa. Ya no hace falta contar los días que
faltan hasta el Domingo de Ramos para ver un paso en la calle, simplemente
hemos de esperar a los meses de la Semana Santa 2.0 y nuestra ansiada necesidad
se verá cubierta. En fin, que otra Magna, más pasos en septiembre en la calle
formando “jaleo”. ¡Luego querremos que nos tomen en serio!
José Barea
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