José Barea. No me queda otra que "engañarles" si quiero escribir de forma medio decente el artículo de hoy. El motivo es sencillo, mi Hermandad procesiona este día, así que se imaginarán que ni por todo el oro del mundo, ni habrá fuerza en el mundo que me pueda alejar ni un centímetro de la Casa Hermandad desde donde el Amor y la Esperanza realizan estación te penitencia. Por ello las comillas del título, espero que sepan disculpármelas. No cabe duda de que estamos ante la jornada más sobria y austera de la Semana Santa cordobesa, basta con echar un vistazo a las Cofradías que procesionan esta jornada para comprobarlo. Sin duda es digno de reconocer que una ciudad sepa guardar luto y respeto a la muerte de Jesús de forma tan unánime.
El caminar. Uno de los momentos más bellos ha de ser el transcurrir de la Cofradía del Descendimiento por el Puente Romano de Córdoba. Aunque tampoco me gustaría dejar escapar del conjunto de artículos de "Lo que nunca me perdería" sin mencionar el caminar costalero en silencio. Y es que qué bonito es escuchar el racheo en un paso de misterio o de palio: realmente sobrecogedor. Más aún si es con un paso como el del Santo Sepulcro o la Buena Muerte en la Madrugá.
La música. Es complicado encontrar crucificados que caminen a sones de agrupación musical, y que además lo hagan bien. Esto sucede en Granada con el Cristo de los Favores, pero también en Córdoba con el crucificado de la Clemencia, a sones de la excelsa Agrupación Musical de la Redención, con un repertorio absolutamente exquisito y adaptado al momento bíblico que se representa. Conjunción digna de admirar y reseñar.
El detalle. Magnífico ha de ser presenciar el paso de la Hermandad de la Expiración, un bello palio de los denominado de cajón y un misterio presidido por el crucificado agonizante que ya me cautivó en el Vía-Crucis Magno de 2013. Su mirada perdida en el horizonte, sin duda es un detalle a destacar de la jornada.
Pero... qué quieren que les diga, se me da fatal mentir. Como ya he dicho, no concibo no ya una Semana Santa, sino mi vida entera, si no estoy cerca de mi Cristo o de mi Virgen. Sea como sea, jamás faltaré a mi cita con mi Hermandad, así que, de no ser por las ampliamente criticadas -también por mí- extraordinarias, sería para mí imposible presenciar el discurrir de cualquier Cofradía del universo en el Viernes Santo. Será especial este año en cuanto a lo musical, con el cambio a agrupación musical del Cristo del Amor y el estreno tras la Esperanza de la marcha "De verde Esperanza...". Qué digo... un Viernes Santo siempre es especial. No quiero olvidarme de las otras tres Cofradías que procesionan esta jornada en mi ciudad: Amargura, Soledad y Cristo del Mar. No se pierdan el espectacular palio de la Amargura.
PD: No escribo artículo sobre el Domingo de Resurrección porque sería obvio que todo estaría acaparado por la única Hermandad que procesiona: el Resucitado. Su caminar a sones de la magnífica Agrupación de la Redención, unido al alegre discurrir del palio de la Alegría harían que este humilde cofrade disfrutara ampliamente de la jornada que clausura esa bendita locura que se comprime en tan sólo siete días y siete noches.
PD: No escribo artículo sobre el Domingo de Resurrección porque sería obvio que todo estaría acaparado por la única Hermandad que procesiona: el Resucitado. Su caminar a sones de la magnífica Agrupación de la Redención, unido al alegre discurrir del palio de la Alegría harían que este humilde cofrade disfrutara ampliamente de la jornada que clausura esa bendita locura que se comprime en tan sólo siete días y siete noches.